All inclusive

Crítica de Mex Faliero - Fancinema

AIRE NUEVO PARA LA COMEDIA ARGENTINA

Los hermanos Diego y Pablo Levy confirman en All inclusive todo lo bueno que habían prometido en anteriores films como Novias – Madrinas – 15 años o Masterplan, donde el humor se imbricaba con otro tipo de estructuras: el documental en el primer caso y la comedia indie, de comicidad más solapada, en el segundo. En el caso de All inclusive estamos ante un ejemplo de comedia clásica, con una estructura tradicional en la que una pareja viaja para disfrutar y descansar pero termina cayendo en una profunda crisis. Aunque vale la pena ver cómo los Levy tuercen en determinado momento ese camino convencional, no tanto en la estructura, que sigue los lineamientos característicos de las comedias románticas, sino en el espíritu, en la construcción de un mundo para los personajes, que asimila determinados cambios sociales que se dan en los vínculos entre las personas. Cambios que acompañan las modificaciones de Pablo, el personaje principal a cargo de un perfecto Alan Sabbagh.

Pablo (Sabbagh) es arquitecto y Lucía (Julieta Zylberberg), su pareja, es modelo publicitaria. El conflicto inicial es uno típico de la comedia: a Pablo lo echan del trabajo pero en vez de confesárselo a Lucía, sigue adelante con el plan de irse de vacaciones a Brasil (en verdad no puede anular el paquete all inclusive que contrató por Internet). Y allí van, con la complicidad entre el protagonista y los espectadores en relación a una mentira que explotará cuando el relato más lo precise. Pero los Levy parecen conocer a la perfección los mecanismos del género, y ese detalle no es más que uno de los tantos que se irán acumulando para que la explosión posterior sea aún mayor: desconfianzas, inseguridades de la pareja que se reforzarán en ese irónico destino de descanso. Desde lo narrativo, la película da un interesante giro al estallar nuevos conflictos pero para que eso realmente nos importante, construye un camino con una comicidad constante, efectiva, ejecutada con perfecto timing por parte de un elenco luminoso. De la comedia clásica norteamericana (pero también de la Nueva Comedia Americana), de donde los Levy parecen abrevar mayormente, los directores aprenden además eso de que del primero al último del reparto tienen que estar ajustados en el tempo cómico: y si Sabbagh y Zylberberg demuestran una química estupenda, Mariana Chaud, Santiago Korovsky, Martín Garabal, Paula Grinszpan lucen en pequeños roles, un star-system del humor nacional que circula en ficciones para la web.

Claro que la verdadera estrella de All inclusive es Sabbagh (ahí la película quiebra un poco lo dual de la comedia romántica), un actor no del todo valorado en el cine nacional, un gran comediante, que tuerce con talento ese liderazgo que ejerce en la comedia cinematográfica argentina el capocómico a la italiana. Lo suyo es todo lo contrario a la exteriorización y lo hiperbólico, su método es la contención de las emociones y una tensión corporal que pone en evidencia el nervio y la neurosis, eso que en la comedia norteamericana representa un Ben Stiller, por ejemplo. Y los Levy son los que mejor han sabido manejar esa capacidad de Sabbagh, construyendo una serie de situaciones donde lo que sobresale es la incomodidad del protagonista, su no encajar y la implosión progresiva. Claro que All inclusive propone un giro audaz (en amplios sentidos del término) y el mismo habilita además un cambio en la perspectiva del personaje que puede ser entendido como una claudicación, aunque en verdad también esto pertenece a la comedia, a la romántica para ser más precisos, donde los personajes amagan con romper las estructuras para en última instancia volver pero renovados o modificados. Y All inclusive abona a ese camino, de manera hiperbólica y lejos de una resolución tradicional. Pero lejos de sostenerlo con discursos subrayados, lo hace sin perder nunca su sentido del humor ni la comicidad, y con un último plano impecable y hermoso, que deconstruye lo tradicional y pone a la comedia (y al cine nacional) en el Siglo XXI.