Alien: Covenant

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Terror, "replicantes" y violencia
Ridley Scott vuelve sobre el tema de los androides sintéticos y al estilo de la película original en esta nueva precuela del filme de 1979.

No importa que hayan pasado 38 años de la primera vez que Ridley Scott nos asustó e hizo ponernos al borde de la butaca con Alien, el octavo pasajero. Esta Alien Covenant en términos numéricos sería la sexta película de la saga, pero como es una secuela de una precuela, y Según Scott habrá aún dos películas más antes de arribar a la original, hay mucho por develar. Y por sorprender.

En cierto grado Covenant tiene puntos de contacto con Blade Runner, otra magistral obra debida a Scott. Así como al final de Blade Runner había un diálogo cuasi filosófico entre Deckard (Harrison Ford) y el “replicante” Roy Batty (Rutger Hauer), Covenant abre con un diálogo entre el “sintético” Walter (Michael Fassbender) y su creador (Guy Pearce, que no aparece en los créditos).

Walter, claro, se parece mucho a David, el sintético de Prometeo, y no sólo porque lo personifica (encarna quedaría extraño) el actor alemán de Bastardos sin gloria. Walter es un modelo mejorado, un update.

Hay otro largo viaje por el espacio exterior, con una tripulación algo más amplia que los siete de la nave Nostromo de Alien, con 2.000 pasajeros humanos y 1.140 embriones en un sueño de congelación durante siete años, rumbo a un planeta, Origae-6, donde piensan establecer una colonia. Mientras un humanoide sintético vigila que todo marche correctamente.

Y no, todo irá mal cuando atraviesen una tormenta, haya que reparar algo, reciban una extraña señal humana desde otro planeta que los obligaría a desviar el rumbo establecido. Y Oram (Billy Crudup), quien queda al mando de la nave (porque hay más sorpresas…) no es como Dallas (Tom Skerrit) en Nostromo.

Pero la protagonista será una mujer, Daniels (Katherine Waterston), como Ripley en Alien, y hará de lo suyo.

No vale develar más. La trama es más simple que la de Prometeo, y sin ser una de guerra como fue la Aliens de James Cameron, Covenant tiene menos vueltas y es más directa. El tema del doble tiene su importancia, hay personajes que pierden seres queridos y la solidaridad y la lealtad no siempre se llevarán de la mano con el deber ser y la autoridad.

No hay muchos directores que estén por volverse octogenarios (Clint Eastwood cumple 87 el miércoles 31, Woody Allen tiene 81) como Scott, que lo será el 30 de noviembre y filmen una película por año, y muestren bríos como si se tratara de principiantes. Scott tiene una carrera jalonada por filmes de acción, thrillers y dramas potentes, y es de los pocos que se ha ido actualizando técnica y narrativamente.

Que no hay nada nuevo bajo los soles del universo a la hora de volver sobre Alien puede ser tan cierto como engañoso. Scott abrió el juego hacia estos seres sintéticos que ya estaban en Alien (Ash –Ceniza-, el personaje de Ian Holm) en una argumentación que interroga sobre la creación, la creencia de un Ser superior. Pero, desde luego, lo que prima es la acción, la sangre, el suspenso, la violencia, el terror.

Como si un replicante de Scott hubiera tomado, de nuevo, las cámaras.