Alicia

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Cuando queda vacía la casa en la que habitaron los padres, sus descendientes que quieren desprenderse de ella deben desarmarla. En esa tarea se encuentra Jotta (Martín Vega), un humilde electricista domiciliario cuya madre murió hace poco tiempo.

Relatada con pocos momentos en presente, la mayor parte del film es un flashback., el director Alejandro Rath se toma todo el tiempo que cree necesario para contar una historia sufrida e intimista. Porque el pasado narrado recuerda los últimos tiempos en la relación del protagonista con su madre Alicia (Leonor Manso), una paciente oncológica que se encontraba en la etapa final de esa cruel enfermedad.

Lo interesante de esta película son las relaciones humanas, cómo se articulan y fluyen entre madre e hijo y, en menor medida, entre el exmarido Julio (Patricio Contreras) con ellos dos, o también, la de Jotta con la enfermera (Paloma Contreras). Si, el grupo familiar verdadero reunido para esta realización, porque, el conflicto está planteado desde el comienzo y ya se sabe cómo va a terminar.

La austeridad y la simpleza estética y técnica del largometraje, en la que no hay música o ruidos incidentales, sólo el sonido ambiente que realzan y hacen más pesada aún la realidad, sumados a la parsimonia con la que se desplazan los integrantes del elenco, van de la mano con el dolor que padecen Alicia y su hijo día a día, que conoce el final pero no puede comprender del todo por qué le toca a ella, que es una buena persona.

Por ese motivo, pese a ser un militante con una ideología de izquierda y ateo, igual que sus padres, decide sumarse a la peregrinación a Luján o concurrir a una iglesia, pero no de las católicas, apostólicas y romanas. También va a un velorio y entierro judío. Observa nada más, no participa de las ceremonias, no reza ni pide nada,sólo intenta obtener respuestas espirituales para enfrentar mejor parado al inminente desenlace.

Con la posibilidad de no cumplir horarios laborales estrictos el protagonista acompaña permanentemente a Alicia, en la casa y en el hospital, donde se hace un poco cómplice de la enfermera.

El sufrimiento va en aumento, similar a la calidez humana que traspasa la pantalla. Con una extraordinaria actuación de Leonor Manso, interpretando a una mujer resignada a su suerte, donde el deterioro progresivo de su salud es cada vez más evidente, transcurre la narración con la desesperanza ante lo irreversible, de un triste e inevitable final.