Acusada

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Tras un "free range party" entre chicas adolescentes, una de ellas amaneció asesinada, y las circunstancias incriminan a la amiga que se quedó a dormir. Por las dudas, ya antes de la primera imagen se avisa al espectador que cualquier parecido de esta historia con hechos reales es mera coincidencia. Y es que un poquito coincide con un hecho real que pasó por acá hace 11 años. El juicio fue hace 5. El fallo, muy discutido. Pero es una coincidencia mínima. Cosas así han pasado en todas partes. Y seguirán pasando, porque, como dicen las viejas, las chicas de ahora vienen cada día más locas.

Lo interesante es que acá vemos algo inhabitual en este tipo de relato. Vemos cómo la familia de la acusada la aísla de todo riesgo exterior hasta el día del juicio. Cómo negocia una nota favorable en la televisión o en una revista de moda. Cómo el costoso abogado defensor la entrena a fondo para dar las respuestas convenientes con la expresión corporal más adecuada. Cómo discuten la conveniencia de ir o no a la primera comunión del hermanito, donde pueden encontrar el afecto de su clase o el rechazo visceral de una joven madre. Y cómo la amiga le consigue un chongo para una visita higiénica, porque hace dos años que está literalmente guardada en la casa.

Parece que la opinión pública ya dio su veredicto. ¿Pero ella es culpable o inocente? ¿Y qué es la opinión pública? Hay una situación con la noticia de un puma suelto en el barrio que es toda una metáfora. El guión está bien armado, el espectador debe aguzar la mirada mientras la expectativa crece, el sonido se enrarece de modo admirable en algunas escenas, y los intérpretes están perfectos en cada una de ellas. Leo Sbaraglia, Inés Estévez, Daniel Fanego (el padre medio débil, la madre controladora, el leguleyo habilísimo) rodean a Lali Espósito, muy precisa como una criatura egocéntrica, consentida y frágil. Gerardo Romano es el fiscal. Y en una preciosa escena, Gabriel García Bernal es el entrevistador que parece clavarle el estilete justo para darle aire. Seis años tardó Gonzalo Tobal para llevar a cabo esta película. Bien, hay vinos que tardan todavía más.