Acusada

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Dolores (Lali Espósito) está acusada de haber matado a su amiga después de una fiesta con droga video y sexo. Y ahora se prepara para el juicio. Vive aislada en un hogar que no tiene otro proyecto que salvarla. Pero a medida que el proceso avanza y la presión aumenta, las dudas y las sospechas, crecen. Dolores es prisionera de un encierro familiar que se parece a la prisión. Y transmite dudas y desesperación.

El film de Tobal (“Villegas”) se ubica en esa casa. No interesa ni la investigación. Es una mezcla de thriller con reflexiones sobre la manipulación: de los medios, de la justicia, de los padres. Y en líneas generales, sale airoso.

El relato avanza sin desafinar, pese a que el tema y sus aristas invitaban a los excesos. No cae en el recurso fácil de escenas de alto impacto y se instala en una casa que de alguna manera vive una condena anticipada. Se lo dice el padre a Dolores: por salvarte de la cárcel, perdimos trabajo, dinero y todos somos sospechosos. Pasaron dos años del crimen y Dolores va a ser juzgada.

Todos se creen con derecho a manipularla: los padres, el abogado, los medios. Dolores vive allí desde esa amarga espera una sentencia virtual que le ha quitado vida, sexo, amistades, proyectos y calma a una existencia que se agota en una expectativa a la que a veces desafía saliéndose del libreto. Duda, sufre quiere que todo termine, como sea, porque la angustia de lo imaginable a veces es peor que cualquier desenlace.

La historia se sostiene con buenos recursos, aunque lo policial haya sido tratado con apuro, más allá de alguna escena fallida (la charla al lado del aljibe). El elenco es un punto alto. Lo de Lali Espósito es desparejo, aunque encomiable. Pero los diálogos son cuidados y hay un estupendo trabajo de Lorenzo Sbaraglia, bien acompañado por Inés Estévez y Daniel Fanego.

La supuesta aparición de un puma -un hecho real que en su momento hizo ruido- adquiere aquí una lectura alegórica: la búsqueda infructuosa de ese felino nos dice que a veces la imaginación y los medios crean una realidad que desafía los hechos. Ese puma, que alguien ha visto pero nadie encuentra, sólo aparece al final ante los ojos de Dolores, la única que lo descubre. Lo ve fugarse por los techos y no lo denuncia. Lo envidia. ¿Fue o no fue la asesina? Las pruebas parecen abrumadoras, pero la verdad suele escaparse por los techos.