A oscuras

Crítica de Luciano Mezher - Visión del cine

Victoria Chaya Miranda (Eso que llaman amor) construye una historia coral sobre la vida nocturna de Buenos Aires en A oscuras, su última película.
El film se constituye como un relato coral entres tres historias principales: Lola (Esther Goris), una actriz que recuerda mejores momentos y siente que su vida es un fracaso, tomando alcohol y pastillas para olvidar; Ana (Guadalupe Docampo), una joven del interior que quería ser bailarina pero termina siendo prostituida por su novio Víctor (Alberto Ajaka); y Lucio (Francisco Bass), dueño de un bar en Palermo que para evadir sus problemas consume cocaína. Estos tres personajes se conectan a través de la mirada y participación del taxista Mario (Arturo Bonín), un ancla a la realidad.

La mayor parte de la película transcurre de noche y en interiores, esta idea refuerza el concepto de adentrarnos en las vidas de estas personas que viven de noche y duermen de día. Es este punto el que une a los personajes y sus adicciones, pero no hay un gran peso en desarrollar las historias de cada uno de ellos, más teniendo en cuenta que toca temas como el abuso, la trata o el olvido.

Hay una construcción de la Buenos Aires nocturna, mostrando la Avenida Corrientes o el Obelisco, bares y teatros, aunque se siente alejada de la realidad actual de la ciudad. Y la música termina quitándole aún más peso realista al relato.

Con respecto a los personajes, muchos se sienten como estereotipos o caen en lugares comunes, pero fuera de eso hay un buen trabajo de actuación por parte de Guadalupe Docampo y Esther Goris, en demostrar la pesadumbre de la vida que llevan.