27: El club de los malditos

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Conspiración rockera

El universo cinematográfico del director Nicanor Loreti es rico en personaje excéntricos. Así lo demostró en trabajos anteriores, "Diablo" y "Kryptonita" y en la serie "Nafta Súper". Ahora, como en los dos últimos casos, vuelve a contar con Diego Capusotto en un rol protagónico. Con la excepción de las más convencionales películas de "Socios por accidente" y con un relato menos extravagante que "Kryptonita", Loreti construye sin embargo un filme con su sello personal. Sin temor a los desbordes, en "27: El club de los malditos", Loreti apuesta a una mezcla de acción, policial duro y barrial y ciencia ficción para contar una historia que va y viene en el tiempo. Capusotto compone con convicción a un policía al borde de la suspensión en su trabajo, alcohólico, fumador y provocador, que recibe la misión de investigar la muerte del líder una banda punk sólo porque quien debía hacerlo no estaba disponible. Una única testigo, personaje a cargo de Sofía Gala, tiene la clave de lo que pasó esa noche en la que el músico cayó desde el último piso de su edificio. Todo indica que fue un crimen, uno más en la larga lista de músicos que murieron a los 27 años, como Sid Vicious, Janis Joplin o Amy Winehouse, y que, según el guión de Loreti, sería parte de una conspiración que comenzó con Jim Morrison.