27: El club de los malditos

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Los rebeldes del rock

El nuevo film del realizador argentino Nicanor Loreti (Kryptonita, 2015) es una comedia disparatada sobre la investigación de la muerte de un joven cantante de una banda Punk por parte de un policía decadente con tendencias autodestructivas. 27: El Club de los Malditos (2017) indaga a través de un guion coescrito entre Nicanor Loreti y el realizador inglés Alex Cox (Sid and Nancy, 1986) sobre las muertes de algunas jóvenes estrellas de rock como Janis Joplin, Sid Vicious, Amy Winehouse y Jimi Hendrix, entre otros, para proponer una teoría tan descabellada como divertida sobre los fallecimientos de los músicos en su etapa más prolífica.

Paula (Sofía Gala), una joven fanática de la banda de Leandro de la Torre (Ezequiel Iván Cwirkaluk), un joven cantante punk, graba con su celular el momento en que éste es arrojado al vacío por un sujeto desconocido desde una ventana. Esto detona el descubrimiento de un grupo de outsiders del rock, dejados de lado de las bandas en las que podrían haber brillado y dedicados a la venganza. El detective Martín Lombardo (Diego Capusotto) es asignado a la investigación y descubre que el asesinato está ligado a las muertes accidentales de varios músicos alrededor del mundo desde la década del setenta en el día que cumplen veintisiete años.

El film se divide entre la historia de la investigación dirigida por el personaje interpretado por el versátil e histriónico Diego Capusotto y las historias paralelas de los músicos, que finalmente entroncan con la historia principal. Loreti y Cox construyen así una historia paralela e impensable, paranoica y conspirativa sobre las muertes en el rock, tan poco plausible como patafísica en su planteo y su desarrollo. Cambiando a Pedro Saborido por Nicanor Loreti, la historia parece un episodio extendido del programa de Diego Capusotto y Saborido, Peter Capusotto y sus videos, en el que Capusotto protagoniza distintas historias que oscilan entre el grotesco, el ridículo y la excentricidad alrededor del rock y música popular.

27: El Club de los Malditos busca la risa del espectador en cada una de sus escenas, acudiendo a la sorpresa, los latiguillos, los exabruptos innecesarios y toda una batería de ideas insólitas en la que los actores se divierten interpretando a antihéroes, villanos en busca de venganza, fanáticos que persiguen su destino y mitos del rock que regresan de la muerte. Pero el film también es un homenaje al espíritu rebelde e irracional del rock a través de sus estrellas, aquel lugar perdido por la música popular por culpa del marketing, la falta de espontaneidad, la incorporación de las planillas de cálculo por parte de las discográficas, los reality shows y la búsqueda de la creación de éxitos artificiales. Loreti y Cox regresan así junto a Capusotto al punk y a las raíces fundadoras del rock para aullar a viva voz que ni el punk ni el rock están muertos mientras su espíritu antisistema mantenga viva la llama de la juventud rebelde.