12 horas para sobrevivir

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

La noche más temida

A pocos meses del estreno de La noche de la expiación, el director James DeMonaco vuelve con la primera secuela y así confirma que su idea tiene tela para cortar. En esta ficción, no muy alejada de las teorías más conservadoras sobre el control poblacional, los Nuevos Padres Fundadores de los Estados Unidos dan rienda suelta una vez al año, 12 horas a partir de la medianoche, para que los sectores más violentos e intolerantes hagan una limpieza étnica y de clase. O sea, la purga (tal es el título original) es una licencia para matar pobres, negros y latinos. La purga es también un vale todo donde cualquier hijo de vecino amerita un balazo, pero la cuestión social es el núcleo de la idea y con esta secuela se acentúa.
Si la primera película era una mezcla de thriller de ciencia ficción con desenlace de horror slasher, 12 horas para sobrevivir muestra lo que haría John Carpenter con esta idea: hay deambulantes encapuchados al estilo Halloween, una ciudad en llamas como en Escape de Nueva York, un duro justiciero como Kurt Russell y, sobre todo, una parodia política y una crítica social que lleva al extremo las ideas más reaccionarias de muchos sectores de los Estados Unidos. La apuesta fuerte de la película es la de que las familias más pudientes compran ejecuciones y alquilan mercenarios para secuestrar homeless y marginales, con los que organizan cotos de caza para su diversión. Como ocurrió en films recientes, como Ella, el giro está prácticamente tomado de un episodio de la breve pero brillante serie inglesa Black Mirror (otra inspiración y van…), pero el efecto es contundente y deja vía libre a DeMonaco para otra saga.