12 horas para sobrevivir: El Inicio

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Cuarta entrega de la saga "The Purge, 12 horas para Sobrevivir", de Gerard McMurray, define mejor su artillería aun presentando varias flaquezas. En 2013, James DeMonaco estrenaba "La noche de la expiación", dando pie a uno de los caballitos de batalla de Blumhouse (productora especializada en cine de género), e iniciando una saga que tenía más para contar de lo que parecía.
Aquel film con Ethan Hawke y Lena Headey se ubicaba dentro del terror de home wrecking instalando la idea en un futuro cercano y realista en el que un día al año, todos los crímenes estarían permitidos para que la ciudadanía libere su ira reprimida y así bajar la taza de delincuencia en los 364 días restantes.
El sorpresivo éxito trajo una primer secuela al año siguiente. "12 horas para sobrevivir" cambió el registro de la saga, que a partir de ahora se ubicaría en el thriller de acción (con algún tinte ocasional de terror), con escenarios más abiertos, y un estilo más cercano al de John Carpenter o Walter Hill.
"12 horas para sobrevivir: El inicio" es la cuarta entrega de la franquicia, que vuelve a ubicarse en el estilo de las dos anteriores, aunque retrotrae su historia al principio. Como lo adelanta su título, veremos cómo se inició todo.
James DeMonaco se despide de la dirección (aunque sigue como guionista y productor) y en su lugar ingresa Gerard McMurray (conocido como productor de Fruitvale Station) que debuta como director en la pantalla grande, luego del film parra Netflix Burning Sand (que guarda alguna correlación con esta historia).
Lo cierto es que, DeMonaco o McMurray, las cosas no parecen cambiar demasiado, más allá de que McMurray agregue algún clima similar a los films de Spike Lee. Tampoco cambia demasiado el hecho de que esto sea una precuela.
Futuro cercano, aún más cercano que el del primer film (lógicamente), casi que hasta pareciera una realidad actual alternativa. Estados Unidos atraviesa una de las peores crisis económicas y sociales, peor que la de 2008/09.
En las elecciones gana un partido, muy similar a los republicanos, conocido como los Nuevos Padres Fundadores de la Patria. El presidente impone un experimento social que acarrea tanta controversia como promoción mediática. En Staten Island (lugar cercano a la filmografía de DeMonaco y McMurray) se llevará a cabo un día de liberación de criminalidad conocido popularmente como La purga.
Durante 12 horas, todos los crímenes serán impunes, y a quienes quieran participar del experimento se les pagará, más un plus por cuanto más “purguen”. Por supuesto, el incentivo está en que se anoten los ciudadanos de clase baja, afroamericanos o latinos todos.
mientras, los creadores del experimento, junto con una socióloga que ideó este experimento con buenas intenciones (Marisa Tomei, tomándose un descanso de las buenas películas en las que suele intervenir – aunque ya con SpiderMan HomeComing la cosa empieza a preocuparnos –) observan todo desde los monitores.
Para ponerle más pimienta a la cosa, hay un par de personajes que guía esta historia: un grupo de pandilleros que ve peligrar su reinado del crimen, y teme que aprovechen este día para vengarse; un psicópata y drogadicto apodado Skeletor que sólo desea tener este día para cargarse un par de víctimas porque sí; una activista en contra de la purga, relacionada con los pandilleros; y el hermano de ella, que decide participar de la purga con el sólo propósito de vengarse de Skeletor porque le hizo un tajo en el cuello.
"12 horas para sobrevivir: El inicio", tiene dos tramos diferenciados al igual que la primera; pero a la inversa; su segundo tramo será más interesante que el inicio. La saga no esconde una intención de bajada de línea anti republicanista, con el segregacionismo como primer blanco al que apuntar los dardos.
Con un Donald Trump dispuesto a crear muros, abandonando niños inmigrantes enjaulados, y proclive a los pronunciamientos polémicos; la coyuntura parece ideal para este tipo de películas.
Película tras película esa idea se ha endureciendo y quedado más clara, por lo que esta cuarta entrega es la más evidente y mejor enfilada de todas (principalmente en su segunda mitad). De todos modos, hay en sus ideas, y en su puesta, algunos puntos contradictorios.
Pareciera no haber gente humilde caucásica, todos son extranjeros afroamericanos, latinos, y algún asiático anda por ahí. En el primer tramo hasta parece avalar cierta idea de la bestialidad de la clase humilde, aquello de civilización y barbarie. Luego, muy pasados los cuarenta minutos, intentará remediarlo perfeccionando la idea de los conservadores con un plan que llamaría mucho la atención del Thanos de "Avengers: Infinity War".
Su menos de hora cuarenta, no posee un ritmo parejo, sintiéndose más larga de lo que es. La estética sucia, marginal, es correcta, pero repetida de los dos films anteriores; y en esta oportunidad se lo contrapone de modo muy obvio a la pulcritud (y luces rojas infernales) de los observadores.
Donde más se reciente es en la creación de personajes, ninguno genera empatía, todos están en función de un guion plagado de lugares comunes e inverosimilitudes convenientes.
La socióloga, personaje que prometía ser muy interesante, está desaprovechado (ni hablar de su excelente actriz), y resulta ser el más incoherente de todos. Con todo "12 horas para sobrevivir: El inicio", pertenece a una saga probada, exitosa, con seguidores fieles; este público sabrá apreciarla en su medida. Mejora respecto de sus anteriores, pero no se desprende de sus fallas.