El hijo de una pareja adinerada golpeó con un palo a su amigo, hijo de un matrimonio clase media. Las dos parejas debatirán las consecuencias de ese enfrentamiento, en el que el chico vip le arrancó dos dientes al pibe de barrio. Pero lo atractivo de esta película es que todo esto sucede en el living de una casa, y a lo largo de 79 minutos sin interrupciones. Con la mano magistral de Roman Polanski, el texto de Yasmina Reza toma vuelo a partir de las cuidadas interpretaciones de cuatro actores de raza, como lo son Jodie Foster, Christopher Waltz (sí, el malvado militar de "Bastardos sin gloria"), Kate Winslet y John C. Reilly. Cada uno, a su turno, irán mutando según las alternativas del diálogo. Habrá peleas matrimoniales, enfrentamientos hostiles entre ambas parejas, sociedades insólitas a partir de afinidades con el whisky y, sobre todo, la exposición de las miserias humanas más bajas. Esos trapitos que salen al sol, en principio amparados en el reparador objetivo de salvar la dignidad de un hijo. Con el nombre "Le Dieu du carnage", la puesta teatral de Yasmina Reza recorrió el mundo y logró éxito de público y críticas elogiosas. El tema de fondo siempre fue el mismo: tanto en París, en Estados Unidos o en la Argentina los espectadores sintieron que los padres que estaban observando eran iguales al vecino. Y al monstruo que está dentro de uno.
La hermana enemiga Adam Sandler es sinónimo de comedia norteamericana del star system. Y su público lo sigue porque sabe que él hará una y otra vez todos los yeites que, supuestamente, entretienen. Aquí vuelve recargado. Porque en el filme, en el que además escribe el guión y produce, interpreta a dos personajes: a un feliz hombre de familia y a su hermana gemela que, obviamente, la odia. Y más aún cuando se queda unos días en su casa. La película es por momentos una sucesión de gags, y en otros tramos es una seguidilla de lugares comunes que abundan en las comedias de la industria hollywoodense. Entre las figuras invitadas se destaca Al Pacino, quizá por el efecto sorpresa y por la ductilidad que ofrece para mutar en personajes desopilantes. El filme es de esos que se fuga muy rápido de la memoria.
El imperio de los sonidos La trama es más que sencilla. Es la historia del ocaso de un joven galán de cine y el ascenso de una mujer que de la nada pasa a ser estrella del séptimo arte. Pero el filme, conceptualmente, es mucho más que eso. Porque el director apostó a una película muda para contar la transición del cine mudo al cine sonoro. Y lo hizo de una manera en la que mezcló comedia, drama y musical. El filme francés es un homenaje a Hollywood y es un gran candidato a ser el más premiado de los Oscar. En momentos en que la industria del cine resurge por el guiño tecnológico del 3D, la película más fuerte es la que apuesta al blanco y negro, con una estética fiel a la década de 1920 a 1930, donde transita la historia. Las buenas ideas hacen ruido, aunque no se oigan.
Apenas una sombra Marga (la pulposa Cristina Brondo) es una abogada española que viene a la Argentina un par de meses al año para atender distintos negocios. Entre estos, está ocuparse de alquilar un departamento en pleno barrio porteño de clase media. En medio de una trama poco creíble, la mujer queda a merced de unos clientes extraños, que tienen el objetivo de ocupar ese departamento para llevar adelante un plan macabro. El suspenso no llega nunca, el terror mucho menos, la película se hace tediosa, las actuaciones son pésimas y técnicamente es ampliamente inferior a cualquier ficción televisiva. Con el afán pretencioso de mostrarse como una comedia negra, “Penumbra” queda a mitad de camino de todos los géneros y se ampara en las primeras movidas del cine de terror argento. Adelante el terror, pero que sea del bueno.
Locura con alta dosis de cordura “Parezco medio loco, pero yo sé lo que hago”, dice Moacir dos Santos, estrella excluyente del documental de Tomás Lipgot. La frase pinta por completo a un personaje tan especial como atrapante. Moacir estuvo diez años internado en el neuropsiquiátrico Borda y salió con un sueño: poder grabar un disco. Este trabajo muestra ese proceso de grabación, pero va mucho más allá. Porque gracias al contrapunto con el músico Sergio Pángaro, que oficia de productor del futuro material del artista brasilero, se muestra la esencia de Dos Santos. “El Borda es un infierno para alguien inteligente como yo”, aclara Moacir mirando a cámara, una herramienta que cada es vez es más familiar para el protagonista. La plenitud y la alegría de Moacir es clave en este trabajo, que obliga a repensar cómo se traza la delgada línea entre la cordura y la locura. Lo paradójico es que los delirios artísticos de Moacir son mucho menores que los de cualquier artista estrella supuestamente cuerdo. Y da ternura verlo de traje, con peluca, y con exigencias muy finas en pleno proceso de grabación. "Cantando he de morir" afirma con su mirada fija, y lo dice sin medias tintas. Es lo que siente, no tiene filtro, baila cuando tiene ganas, canta cuando se le ocurre, estira una nota en un agudo exagerado porque le parece que queda bien. El es así. Y por eso es un personaje que bien merece una película. Porque su locura es más sana que la cordura de muchos mortales.
Esos lazos de la familia Es una candidata al Oscar, George Clooney actúa en un rol mucho más dramático si se lo compara con la mayoría de sus producciones, pero no por eso es una gran película. La acción se desarrolla en Hawai, a partir de la historia de un padre que tiene a su mujer en coma, y debe afrontar su derrotero con dos difíciles hijas adolescentes y un grupo de primos que mueren por sacar ventaja de un negocio famiiar. Los momentos más brillantes del filme de Alexander Payne (cuya mejor carta de presentación es “Entrecopas”) es cuando la trama se codea con la comedia y el buen modo en que el director muestra la calidez de los vínculos familiares. Lo peor es cuando la cámara se detiene excesiva cantidad de segundos sobre el rostro muribundo de Elizabeth, la madre de los secretos. Para ver y reflexionar.
Las máscaras de Capusotto invitan al desparpajo. Y en este filme el humor profundiza su costado ideológico, en una línea de continuidad con el formato televisivo “Peter Capusotto y sus videos”. Aprovechando las ventajas tecnológicas del 3D, la película exhibe un mensaje “filomarxista” contra el mundo del entretenimiento. Así, a partir de Violencia Rivas, se dispara un relato contra la TV, internet, las redes sociales y los videojuegos. Eso da paso a la participación de Bombita Rodríguez, Jesús de Laferrere, Micky Vainilla y nuevos personajes, como un jefe de gobierno muy al estilo Macri o un grupo de amigos fascinados por el chat, que generan el mejor momento de la película. El 3D, utilizado en la sintonía de la estética bizarra de Capusotto, sirvió para demostrar que el ingenio de la dupla con Saborido parece inagotable.
Clint Eastwood vuelve a dar otra muestra de su capacidad como cineasta. Y lo hace a través de la vida de J. Edgar Hoover, quien fuera líder del FBI por cinco décadas y sobrevivió a cinco presidentes estadounidenses. El director pivotea sobre la vida íntima y profesional de Hoover en las décadas del 20 y del 70, cuando participa en la redacción de un libro sobre la historia de la agencia oficial de investigaciones. El retrato de Hoover, su secretario privado (interpretado brillantemente por Hammer) y su empleada de confianza (a cargo de Watts) toman vuelo a partir de sus caracterizaciones en la vejez. Eastwood se animó a abordar la homosexualidad del protagonista, pese a la resistencia actual del FBI, y ofrece una pintura de ese presente con documentales de época. Para no perderla.
Separados por un color La Mississippi de los años 60 mostraba un escenario cotidiano: lujosas mujeres blancas y serviles criadas negras. Skeeter, una inquieta periodista, quiso contar en un libro las injusticias y desigualdades que sufrían esas mujeres de color que cuidaban más de los hijos ajenos que de los propios. La historia comienza cuando la joven, quien también integra una familia acomodada, les pide a Aibileen (la brillante Viola Davis) y a su amiga Minny (Octavia Spencer) que colaboren con sus testimonios para ofrecer mayor rigor y denuncia en los textos. Claro, aunque deberán usar nombres falsos, la única manera de no caer a merced de las garras racistas. El director supo darles pincelazos de comedia a una película de transfondo dramático. Y el resultado es impecable.
Sonia es una mucama bella pero desafortunada. No le va bien en el amor y encima le tocó presenciar un suicidio en el hotel donde trabaja. De pronto conocerá un ex policía, con quien tendrá un romance y todo se encaminará. La mala fortuna regresa cuando es víctima de un robo, que marcará una bisagra en su vida. Capotondi construyó un thriller con pincelazos de drama que, pese a una buena convivencia de situaciones imprevisibles y obvias, arriba con cierta dignidad hasta los títulos del final. El director supo llevar con buen pulso la intensidad de la trama y por momentos lleva de las narices al espectador. Como si fuera poco hay un juego con las agujas del reloj, que marca una constante en la forma en que el azar talla el derrotero de la protagonista. Sin ser un gran filme, vale la pena esta historia, al menos por su reflexión sobre el amor.