Siempre suelo escribir que es muy difícil que una película de terror sea buena, que sorprenda. Y es por ello que son solo un par de estrenos por año los que logran llevarse una buena calificación, porque por cada película a la altura de El conjuro (2013) tenemos diez en la misma senda que La Dama de negro 2 (2015). Ahora bien, de vez en cuando llega un film que se queda en algún lugar en el medio de esos extremos, es decir, que no llega a ser una obra para destacar pero que tampoco cae en la mediocridad total. Tal es el caso de Invocando al demonio, cuyo título original The Possesion of Michael King (La posesión de Michel King) es más acertado -aunque poco vendible- bajo la óptica de esta reseña. Me gustó la idea de que el protagonista quiera probar en primera persona que no exista lo sobrenatural. Y si bien la técnica del falso documental y/o cámara en mano está más que quemada, en este caso en particular se ajusta a la historia y no es una excusa. De a poco se va creando un buen clima, que si bien no llega a dar escalofríos a un público experimentado y/o amante del género, los adolescentes y parejas que son abonados a estos estrenos saltarán un par de veces de la butaca. La ópera prima del director David Jung se hace respetar en términos de realización y edición, más aún si se tiene en cuenta que el presupuesto era acotado. La labor actoral del ignoto Shane Johnson está más que bien teniendo en cuenta que es él solo el que tiene que cargar con toda la película, y a pesar de todos los clichés de manual que se cometen el tipo sale airoso. En definitiva, nos encontramos ante un estreno que nadie va a catalogar como una joya y que seguramente muchos le pegarán duro porque en definitiva no ofrece nada nuevo, pero la otra porción tal vez vea lo mismo que yo: un buen entretenimiento dentro del género de terror para desenchufar la mente un rato.
Cincuenta sombras de Grey es uno de los estrenos que más ruido va a hacer en el año. No porque su historia sea original ni porque sus actuaciones la rompan, sino porque está basada en un best seller mundial que recolectó miles de fans alrededor de todo el mundo, y con la particularidad que aborda el erotismo y el sadomasoquismo. Cosa que hizo que más de una ama de casa entrara en calor y ni hablar de las adolescentes. Antes de entrar a ver la película hay que dejar todos los prejuicios fuera de la sala porque nos encontraremos ante una propuesta pensada pura y exclusivamente para mujeres, con una historia lineal y simple (y repetida en el cine) llena de frases y situaciones que pertenecen a fantasías. O sea, es para ver en pareja o con amigas. Hombres solos absolutamente no. Para que se hagan una idea, es como la primera película de la Saga Crepúsculo pero con sexo. La dinámica de Edward y Bella es absolutamente igual a la de Christian y Anastasia, no solo en actitud sino hasta en repetición de situaciones y escenarios. Tranquilamente se podría hablar de plagio… Hechas estas aclaraciones me voy a centrar en la película y debo decir que es buena. Entretiene, tiene remates graciosos y la pareja protagónica tiene mucha química. Incluso, y de acuerdo a las circunstancias de la proyección que uno asista y con quien lo haga, puede llegar a levantar temperatura (para decirlo de forma educada). Si bien las escenas de sexo son soft (por ello su calificación) al ser tantas y estar bien desparramadas logran transmitir la sensación de que son más elevadas. Además de destilar belleza y sensualidad, Dakota Johnson se la banca muy bien en un papel un tanto complicado y que la expone no solo por estar desnuda bastante metraje sino también por transmitir mucho con el cuerpo y gestos. Jamie Dornan porta mucha facha y un sex appeal importante. Sin dudas inunda la pantalla con su presencia y las señoritas que esperan verlo seguramente no saldrán defraudadas. Luego de su polémico casting, parece que se ha ganado a la mayoría de las lectoras de las novelas homónimas de E. L. James. Además del cast, la puesta también es buena. la directora Sam Taylor-Johnson hace un buen debut en Hollywood. Aquí hay que remarcar la acertada idea que tuvieron los productores en darle a una mujer las riendas del proyecto dado a que si se observa con detenimiento se nota que hay una mano femenina detrás de los planos detalles e incluso en la interpretación de los actores. Todo esto adornado por una excelente banda sonora plagada de hits muy bien puestos en momentos claves. Por ser hombre tranquilamente puedo ser criticado porque me gustó está película, de hecho ya he recibido cargadas, pero lo cierto es que el film cumple con lo que promete: una historia de amor con un marco erótico, algo que ha quedado en desuso en los últimos años. Es muy raro que una adolescente (público target de este estreno) haya visto Nueve Semanas y Media (1986), Atracción Fatal (1987), Bajos Instintos (1992) o Sliver (1993), y aquí van a encontrar aunque sea algo de lo que esos grandes títulos brindaron en su momento. Cincuenta Sombras de Grey se deja ver e incluso puede convertirse en un placer culposo, de esos que de vez en cuando hay que darse.
Otra biopic, y vamos… Más allá de remarcar la sobrepoblación del género biográfico en la cartelera reciente hay que reconocer que ninguno de estos estrenos es malo sino todo lo contrario, y particularmente La teoría del todo es la propuesta más emocionante de todas. La vida de Stephen Hawking es apasionante, una leyenda viva sin lugar a dudas cuya historia es más que fértil para una adaptación cinematográfica. Encima los realizadores estuvieron muy piolas al enfocar todo el relato alrededor de la historia de amor entre él y su esposa Jane Wilde y como ella llevó adelante toda su enfermedad. Y aquí hay que detenernos: en la famosa enfermedad de Hawking que cuando se la detectaron en la década del ‘60 le dieron dos años de expectativa de vida y el hombre no solo combatió ese presagio hasta la actualidad sino que marcó un antes y un después en la comunidad científica. También hay que reconocer que su fama mundial no solo se debió a sus grandes teorías sino también a su apariencia y forma de comunicarse como resultado del mal que padece, y es aquí es donde hay que aplaudir a Eddie Redmayne, quien logró una interpretación formidable a través de una transformación física en su cara y postura. Los elogios quedan cortos ante tan magna caracterización y los premios que está recibiendo por ella son más que merecidos. ¿El Oscar? Sería lo obvio pero Michael Keaton también está muy bien, pero bueno, ese es otro tema… Felicity Jones, prácticamente una actriz desconocida a no ser que seas un cinéfilo de ley, logra no solo enamorar sino también emocionar desde la desdicha y luego desde la superación. Y si hablamos de superación, en La teoría del todo nos encontramos con esas historias que los norteamericanos adoran: aquellas en donde el personaje principal se auto-supera y emerge victorioso desde su propia desgracia enseñando en el camino. Por eso la película funciona tan bien, por sus magníficas actuaciones y su emocionante historia real. Todo expuesto bajo en certero lente comandado por el realizador inglés James Marsh, quien viene de hacer dos films muy interesantes: Shadow dancer (2012) y The King (2005). Hay un plano que resume la belleza del film, es bien al principio y antes de que comience el drama. Es cuando los protagonistas se declaran su amor bajo las luces de unos fuegos artificiales. La angulación de la cámara, la paleta de colores y la música en ese solo plano sin diálogos da testimonio de buen cine. La teoría del todo es una película no solo emocionante por la espectacularidad de su historia y personaje sino también por lo intimista que logra ser, una combinación poco usual. Un estreno que sin dudas no hay que perderse en esta temporada de premios.
En este alud de biopics nos encontramos con una propuesta más que interesante y desconocida por las grandes masas que es la historia del matemático Alan Turing, quien gracias a su intelecto la duración de la Segunda Guerra Mundial fue menor a lo que hubiese llegado. El film maneja muy bien el suspenso y el clima de guerra “de espionaje” pero sin llegar a sacarle el verdadero jugo a esta temática como lo han hecho otras películas. Sin embargo, no creo que haya sido el propósito de los realizadores porque claramente se quisieron volcar en la vida profesional y personal de Turing, y lo que significaba ser homosexual en Inglaterra en esa época. Benedict Cumberbatch, es la última gran estrella en ascenso en Hollywood y poseedor de miles y miles de fans alrededor del mundo gracias a su composición como Sherlock Holmes en la genial serie británica. Ese rol en particular comparte algunos rasgos con el que le tocó en este estreno si nos fijamos en ciertos rasgos andróginos y “robóticos” del personaje. El actor logra darle una gran dimensionalidad a su papel y que el espectador empatice con él a pesar de tratarse de una persona totalmente fuera de serie. Keira Knightley acompaña bien pero tampoco se puede destacar demasiado. Su personaje suma al igual que los de Matthew Goode y Mark Strong. El director noruego Morten Tyldum crea un buen clima balanceando el suspenso con el drama, pero tampoco hace algo muy destacable desde lo técnico como para resaltar. Su film es correcto y está bien en ese sentido. El código enigma posee todos los elementos de Oscar que la Academia tanto gusta y que por lo general al público también, aunque existen los detractores de esa fórmula por ser efectista. Es una muy buena película, con una historia más que interesante y una soberbia interpretación. O sea, un buen rato en el cine asegurado.
El desafío es una película a la cual es muy fácil pegarle y tildarla de mala porque si la analizamos desde lo formal en cómo está construido el guión y desarrollado en la pantalla vamos a encontrar muchos elementos para fundamentar tal análisis, pero, y aquí hay que hacer un gran énfasis en el “pero”, nos encontramos ante un film que tiene que ser analizado de una manera diferente. “A las películas hay que juzgarlas por lo que pretenden ser”, dice Sir Chandler y es un lema al que suscribo siempre en cada una de mis críticas. Por eso me tengo que detener a pensar: ¿A quién está dirigido este estreno? Y la respuesta es que está apuntada a un público adolescente que consumió Casi Ángeles y entonces como tal no es una mala propuesta. También es verdad que si se observan las comedias románticas adolescentes norteamericanas podemos encontrar muchas verdaderas joyas que los realizadores podrían haber imitado y no lo hicieron. Pero al mismo tiempo se mantuvo una identidad autóctona. La dupla protagónica conformada por Nicolás Riera y Rochi Igarzabal está bien, hay mucha química entre ellos. Lo que sucede es que no le dan tiempo al espectador para que se crea la historia de amor porque la misma surge muy rápido. No hay elipsis para justificar el vínculo entre los personajes. A la película le resta mucho el insoportable y tremendamente mal actuado papel de Diego Ramos y todo su entorno en lo que tiene que ver el reality show, pero fuera de eso y cuando se focaliza en la historia de amor y el conflicto familiar del personaje de Riera se deja ver sin problemas. Otro punto a favor del film es lo bien aprovechado que está el paisaje natural ofrecido por la cuenca del Delta y Tigre. Hay muy lindos planos y una buena paleta de colores, lo que es un acierto por parte del director Juan Manuel Rampoldi en su ópera prima. ¿Clichés y lugares comunes? Todos, ¿Final esperado? Obviamente. ¿Importa? La verdad que no por lo dicho en los primeros párrafos y por tratarse de una comedia romántica sin muchas pretensiones. Claro que podría haber sido mejor y aún hay una deuda en el cine nacional de hacer una película de este género que esté a la altura (o incluso supere) a las grandes obras de Hollywood, pero El Desafío es un paso hacia ello. En conclusión, nos encontramos ante una película apta y únicamente disfrutable para un grupo de adolescentes muy sectorizado. Así que si no pertenecés a ese gueto apuntá la mirada hacia otro lado.
Es muy difícil escribir sobre algo que no tiene sentido. Porque eso es Mortdecai: una película que no tiene ningún sentido ni en su realización ni en lo que provocará en el espectador. A priori se puede decir que es ridícula pero eso no es algo que esté mal ni que se le pueda criticar porque da la sensación de que fue lo buscado. El punto es que no tiene rumbo y el film se pierde en sí mismo. Pretende un humor que no logra, algo así como La pantera rosa (1963) de Blake Edwards donde se juntaba el humor ridículo y torpe con lo fino. Aquí no sucede eso ni por asomo y lo que se genera es un grotesco camuflado de comedia de enredos del peor tipo. El director David Koepp, guionista de muchos éxitos tales como Jurasic Park (1993) o Spider-man (2002), toma las riendas de este sinsentido como mero empleado cumplidor y sin pretensiones más que decir “acción” o “corten” porque no hay absolutamente nada para destacar en ninguna de las secuencias. Lo único que se salva un poco de este estreno son algunos chistes que pueden llegar a causar una pequeña risa pero no mucho más que eso. Ahora bien, evidentemente lo fuerte de Mortdecai y motivo de su promoción es el elenco. Lo que acarrea nuevas interrogantes tales como ¿A Johnny Depp qué le pasa? Es un gran actor y hace 10 años que no mete un papel decente. En esta oportunidad se encuentran grandes rasgos de su Jack Sparrow inmersos y desparramados en el traficante de arte con interpreta y que es acompañado por Ewan McGregor, Gwyneth Paltrow, Paul Bettany y Jeff Goldblum en sus roles más olvidables. Mortdecai es una verdadera pérdida de tiempo cuyo único atractivo es el especular sobre lo que estaban pensando todos cuando accedieron a hacer este proyecto.
En lo que refiere a las secuelas por suerte ya no se cumple a raja tabla la infame frase “segundas partes nunca fueron buenas”, como consecuencias de más que ingeniosas (y exitosas) continuaciones de grandes títulos. Ejemplos sobran. Ahora bien, lamentablemente hay muchos casos en los cuales aplicar ese viejo concepto y, por sobre todo, sucede en las sagas de películas de terror. La dama de negro fue una grata sorpresa en 2012, con una ambientación e historia muy redondita que generó climas totalmente acertados para el género con un buen laburo de Daniel Radcliffe post Harry Potter. Esta secuela es la antítesis de la primera parte dado a que no posee nada original y contiene todos los clichés posibles de manual salvo por un plano en donde se muestra a un niño muerto, algo que Hollywood siempre prefiere evitar y que por algún motivo aquí quedó. En cuanto a la construcción del ambiente, uno se da cuenta que va a aparecer la “escena del susto” segundos antes de que suceda y encima lo que se ve en pantalla es repetitivo hasta el cansancio. Más allá de eso, la historia no tiene un trasfondo que logre entretener y/o generar empatía por los protagonistas, cuya laboral actoral no dice prácticamente nada. Tanto la desconocida Phoebe Fox como la inglesa Helen McCrory deambulan por la pantalla de un lado al otro sin lograr que nos enganchemos con sus personajes y “robándoles” tiempo a los verdaderos protagonistas (o por lo menos quienes merecerían serlo): los niños. El director Tom Harper debuta en Hollywood con una secuela forzada donde no logra ni segundos del terror que su antecesor James Watkins había conseguido en la primera parte. La dama de negro 2 no asusta y por ello se convierte en el primer estreno de este tipo que habrá en 2015 pero que -como siempre se dice por acá- encuentra lugar en la cartelera local debido a los miles de amantes del género y espectadores ocasionales. Estos últimos, están avisados.
Los Pingüinos de Madagascar se presenta como una muy buena comedia de animación para toda la familia pero que los adultos pueden disfrutar a la perfección. Los simpáticos y sarcásticos personajes presentados en la exitosa franquicia Madagascar en 2005 tardaron varios años de amagues en que llegara su aventura -en formato largometraje-en solitario pero al mismo tiempo completaron algo que podríamos definir como “el universo Madagascar expandido” porque no solo tenemos las tres películas estrenadas y la cuarta parte que vendrá en 2018 sino que también los cortos y la serie de Netflix All Hail King Julien. Nuevamente el director Eric Darnel, quien viene trabajando en la franquicia hace varios años, se puso detrás del proyecto que tiene como protagonistas a Skipper, Kowalski, Rico y Cabo en situaciones muy graciosas pero con una animación que no sorprende. Ojo que esto no quiere decir que haya un mal laburo desde lo técnico porque la verdad es todo lo contrario, sino lo que sucede es que no hay innovación en la materia ante tanta competencia anual y por eso no se puede destacar el film. La historia es simple y muy acorde a la identidad de los personajes en donde muchas veces rige el absurdo y lo irreverente. El humor es infantil pero aún así hay chistes para adultos e incluso uno bastante subido de tono pero totalmente imperceptible por niños. Algo para destacar, ya que se viene hablando del tema, es el aporte de la voz del comediante Jay Mammon para el personaje Agente Clasificado. Está muy bien e irreconocible salvo por un par de “argentinismos” bien puestos. Algo que suma. Este estreno no quedará como una joya de la animación pero aún así es una gran opción que no fallará en el verano.
La remake norteamericana del film tailandés 13: Game of Death (2006) se queda en la intención y no aporta nada nuevo ni original a los géneros del suspenso y terror. La loca idea es buena y no hay que pegarle a la película por inverosímil sino por cómo está ejecutada. O sea, que un tipo tenga que cumplir con 13 desafíos (macabros salvo el primero) para hacerse millonario no es una mala premisa. Pasa que se convierte en mala cuando da la sensación que la película está mal editada porque parece que faltan partes o mismo porque hace que no nos preocupemos ni un poco por el protagonista y su familia, cuando claramente se busca una empatía. Mark Webber suele actuar en películas de poca monta y esta no es la excepción. Su cara le resultará familiar a unos cuentos. Su laburo está bien y es muy comparable con cualquiera de los actores desconocidos de la saga El juego del miedo, lo que significa que no sorprende pero tampoco da bronca y/o vergüenza. El que sí está muy bien es el ignoto Devon Graye, quien suele deambular en papeles secundarios en series de tv. El director Daniel Stamm (El último exorcismo, 2010) crea un buen clima con los elementos que tiene pero tampoco logra asustar. A lo mejor si lo hará con un público menos experimentado y más joven. 13 Pecados es una propuesta un tanto mediocre pero que seguro encontrará aprobación en un sector mínimo del público.
¡Qué atrás que quedaron las geniales películas épicas de fantasía de la década del ’80! Y que mal que las vienen haciendo en los últimos veinte años sacando contadas excepciones. Legend (1985) o Willow (1988) en donde el subgénero “sword and sorcery” (espada y hechicería) había llegado a un punto muy alto de la mano de directores tales como Ridley Scott y Ron Howard, respectivamente, son los claros ejemplos que se pueden hacer muy buenos films con esta temática pero que Hollywood ya no sabe cómo encararlos. Este estreno demuestra la vagancia e inoperancia de los grandes estudios y realizadores porque ponen muchísimo dinero en un producto que no solo está mal en la historia sino que hasta se ve mal. Hay que tener en cuenta que esta producción viene mal parida desde el principio dado a que se iba a estrenar en 2013 y como consecuencia de la desvinculación de Warner y Legendary Pictures la película quedó en el limbo unos meses hasta que la agarró Universal e hizo que se refilmaran unas cuantas cosas. Por otro lado, una vez más queda demostrado que los grandes actores se ven obligados a aceptar porquerías para mantener su caro estilo de vida y en paralelo protagonizar grandes obras que les valgan premios, tal es el caso de Julianne Moore que se acaba de ganar un Globo de Oro. Lo que no quiere decir que Moore esté mal en la película, lo que sucede es que el guión es tan malo y poco original que por más que se haya esforzado mucho no va a poder enmendar el problema. Lo que trae como consecuencia que su villana parezca sobreactuada. Lo mismo sucede con Jeff Bridges (este genio no la ha pegado con ninguno de los intentos de franquicia en las que participó), que el tono que le dio a su personaje da la sensación de que lo hace en joda. Ben Barnes (el Príncipe Caspian de Las Crónicas de Narnia) tiene menos carisma y actitud de héroe que dibujo de Discovery Kids, y en ningún momento le crees su papel. A tal punto que deseas que el verdadero protagonista hubiera sido Kit Harington, en lugar de ese papel menor que le tocó debido a su agenda con Game of Thrones. Y hablando de la exitosísima serie de HBO, cualquier capítulo de la misma es infinitamente mejor que El Séptimo Hijo pero no solo en cuestiones argumentales sino también en efectos especiales. Y no tendría que ser así porque se trata de televisión versus una súper producción cinematográfica. Los efectos visuales se ven verdaderamente truchos y los dragones dan vergüenza si lo comparamos con el otro que se encuentra en cartelera (Smaug de El Hobbit). El director ruso Serguei Bodrov no se luce ni un poco sino todo lo contrario ya que no solo hay que echarle la culpa al guión sino también a su débil puesta en escena, donde no le dio ritmo ni identidad. No solo los que gustan de este tipo de films serán ampliamente decepcionados sino que también los espectadores ocasionales (grupos de amigos, parejas, familias, etc) se darán cuenta de todas las obviedades de la historia. En conclusión, El Séptimo Hijo es una de las grandes producciones más pobres de los últimos tiempos y que a pesar de sus grandes estrellas, no se logra si quiera maquillar la vergüenza para el subgénero al cual pertenece.