Llega a nuestra cartelera el film ruso que hizo mucho ruido en la época de premiaciones y que por momentos fue favorita a llevarse el Oscar a mejor película extranjera –terna compartida con nuestra Relatos Salvajes- y que ganó la polaca Ida. No es una película fácil sobre la cual escribir porque si hablamos de lo formal en cuento a la dirección, puesta y montaje hay que elogiarla mucho, cosa que haré unas líneas más abajo al igual que con el elenco. Pero hay algo muy importante que no puedo obviar: nos encontramos ante una película muy, pero muy, aburrida. A tal punto de que se hace difícil terminarla. Esto sucede porque este tipo de cine (el ruso clásico) es así y la filmografía del galardonado director Andrey Zvyagintsev da nota de esto. Por ello, este ritmo no es algo para criticar pero si advertir al espectador que no suele comulgar con estas propuestas. Ahora bien, pasado este tema nos encontramos con una fotografía bellísima que ostenta una paleta de colores que destaca un escenario natural magnífico que se convierte en un protagonista más no solo por la importancia que tiene en la historia sino por como se lo muestra. El elenco es fantástico y es fácil darse cuenta de los buenos actores que son todos porque sin entender una palabra de ruso transmiten en su entonación y gestos todas las sensaciones que quieren. El guión es simple pero no pretende otra cosa, el objetivo de la película es el desarrollo de estos personajes dentro de un lenguaje muy propio y particular. Por todo esto Leviathan es una película que será disfrutada al máximo por entendidos del tema pero no por espectadores ocasionales.
Hace exactamente un año escribía que Betibú era uno de los mejores policiales nacionales de todos los tiempos por su intriga y suspenso y porque transmitía nervios y humor con giros y contragiros. Doy ahora este ejemplo porque Tuya se basa en una novela de la misma autora (Claudia Piñeiro), solo que en esta oportunidad no ocurre algo parecido sino casi todo lo contrario. Nos encontramos ante un film totalmente previsible y poco verosímil donde el misterio casi no importa y lo policial se encuentra pintado e incluso ridículo a tal punto que lo más interesante de la historia es el subplot de la hija adolescente de los protagonistas. El elenco está bien pero tampoco hay algo que sobresalga para destacar. Ni Andrea Pietra ni Jorge Marrale transmiten lo que supuestamente tendrían, pero no por su culpa sino por lo forzado del guión. El director Edgardo González Amer (Familia para armar, 2011) logra una buena puesta en escena pero le pifia con el tono en general. Las escenas en código comedia desentonan bastante con el resto de la cinta y eso le resta. Al espectador se le va a hacer muy difícil empatizar con los personajes y con lo que atraviesan. En definitiva, si van a buscar una buena historia de la misma autora de la ya mencionada Betibú y Las viudas de los jueves (2009) saldrán defraudados
Mirar el 5 de Talleres es meterse dentro de una historia íntima, una que merece ser observada. ¿Qué pasa con los jugadores de fútbol que no la “pegan” en primera división? ¿Qué pasa cuando se retiran? La película aborda estas cuestiones de manera eficaz y sensible haciendo lucir con todo a la gran dupla protagónica. Esteban Lamothe interpreta al jugador de categoría baja que uno puede imaginar, donde la frustración es parte de su vida como algo pesado. Su postura y forma de hablar terminan de definir a un tipo de barrio muy bien flanqueado por su novia (tanto en la ficción como en la vida real, cosa que ayudó mucho) Julieta Zyelberberg. En todo momento te creés el amor gracias a la química (a veces muy sexual) que hay entre ellos. Un gran casting. Hay un tercer personaje para resaltar: el club y el barrio, y para quien escribe estas líneas posee un significado extra porque me crié ahí y aunque lo haya abandonado hace años y cambiado por Caballito, el cariño está. El director Adrián Biniez lo supo retratar muy bien y con detalles que solo captarán los que caminaron esas calles y fueron al club. Algo que en lo cinematográfico lamentablemente no suma. Tal vez ahí reside el punto flojo de este estreno, muchos se van a quedar afuera y no solo por las referencias barriales de pertenencia sino por su código. En términos de realización y producción es muy correcta. Se nota que maximizaron todos sus recursos con un buen resultado pero a pesar de sus muchos aciertos, al film te deja con sabor a poco, a la espera de algo más que nunca llega y eso no pasa desapercibido. El 5 de Talleres es una buena película pero que únicamente se sostiene con sus protagonistas, que por más que sean excelentes no son suficientes para llegar a un nivel de excelencia. Aún así se deja ver y se pasa un grato momento en la butaca, que es lo que verdaderamente importa.
Voley es una película netamente de género y eso ya es algo bueno. Es un film que me hubiese encantado ver en mi adolescencia y que no era posible porque en Argentina no cabía la posibilidad para este tipo de propuestas. Si quería algo similar tenía que apuntar hacia Hollywood y ver películas tales como Dazed and Confused (1993) o American Pie (1999). Otro punto para destacar acerca de Voley es que posee una identidad y estilo bien marcado, que es el de Martín Piroyansky, de quien ya se puede ver una clara línea creativa y de trabajo contraponiendo este estreno con su corto No me ama (2009) y su ópera prima Abril en Nueva York (2012). Su sentido del humor moderno, poco solemne y hasta irreverente hace que sus personajes se sientan bien naturales y auténticos para los espectadores argentinos jóvenes. Algunos podrán definir esta cinta como “the Piroyansky show” dado a que no solo escribe y dirige sino que también protagoniza. Y está muy bien que así sea porque está claro que es él el que verdaderamente entiende ese universo, los personajes y como se interrelacionan. Nadie podría haber interpretado a Nico (su personaje) de esa manera. Las personalidades bien marcadas de cada uno de los protagonistas representan los amigos y/o conocidos que un veinteañero se puede cruzar en su vida: la obsesiva, el bueno, la intelectual, la ingenua y el mujeriego. El elenco trabaja en sintonía y cumple a la perfección desde los geniales Chino Darín, Violeta Urtizberea e Inés Efrón hasta los grandes hallazgos que fueron Justina Bustos y Vera Spinetta para esos roles. “Sexo, drogas y más sexo”, tal como la voz en off de su realizador y protagonista profesa en el trailer es con lo que el espectador se encontrará, pero si intenta mirar un poco más descubrirá un testimonio de una generación en un momento de sus vidas en donde poco importa o todo importa demasiado. Por esto mismo seguro que muchos la odiarán bajo el discurso “son casi dos horas de pibes drogándose y teniendo sexo”. Pero ese es un discurso fácil y pobre. Voley es entretenimiento puro y descontracturado que al mismo tiempo posee una visión, en este caso una muy particular y marcada: la de Martín Piroyansky, un nombre que hace rato que suena pero que cada vez sonará más fuerte y está película es un escalón importante en esa carrera y por eso no hay que perdérsela.
Siempre Alice es una película dura y eso es algo que hay que saber antes de pagar la entrada. Con dura me refiero a que su historia deprime bastante y que seguramente afectará a más de un espectador. En esa dureza realista y natural reside el fuerte del film porque si bien es verdad que en varias oportunidades se ha explorado el mal de Alzheimer en el cine -incluso con humor- aquí nos encontramos con una historia muy bien contada a través de muy ingeniosas elipsis que marcan como una persona joven va perdiendo su identidad y va perdiéndose a sí misma. La actuación de Julianne Moore es tan intensa como desgarradora. Bien merecido tiene su Oscar a mejor actriz en la última premiación por personificar muy bien los rasgos de esa maldita enfermedad que aún no tiene cura. Con sus miradas transmite a la perfección lo desolado y perdido que se encuentra su personaje. Pero hay una escena en particular que es la que la define: cuando da un discurso sobre su condición ante un auditorio con varios pacientes (y sus familiares) que padecen lo mismo. Ahí Moore condensa todo lo maravilloso y triste de Alice. El resto del elenco está muy bien pero hay que destacar la participación de Kristen Stewart quien lamentablemente tiene el estigma de haber interpretado a Bella Swan en La Saga Crepúsculo, hecho que eclipsa sus buenos laburos en diferentes producciones indies. Aquí su personaje logra transmitir muy bien lo que es para una hija esa enfermedad de su madre en una relación muy particular que las une. Los directores Richard Glatzer y Wash Westmoreland hicieron un gran laburo en los planos en los cuales Alice “se pierde”, generando en el espectador una sensación rara. Un verdadero acierto al igual que la banda sonora incidental que acompaña esas secuencias. Siempre Alice es una muy buena película magnificada por la brillante interpretación de Julianne Moore. Nadie va a salir decepcionado pero si triste, algo para tener en cuenta.
Otro retrasado estreno que llega a nuestra cartelera. En esta oportunidad nos encontramos con una muy buena película francesa acerca de una chica de 17 años que decide prostituirse. Lo piola del film es que no toma una bandería en contra de la prostitución y su mundo, algo que se ha hecho mucho, sino todo lo contrario. El personaje principal justifica -con sentimientos encontrados- su accionar y no solo no se arrepiente sino incluso lo disfruta. Algo jugado para plasmar en el cine dado la edad de dicho personaje y su entorno familiar común y no problemático ni abusivo. El director y guionista François Ozon ya había demostrado que sabía como manejar el erotismo en Swimming pool (2003) donde también la protagonista era una bella adolescente. Aquí genera muy bien los climas y hace brillar a la hermosa Marine Vacth como Isabelle. La actriz logra hipnotizar desde la pantalla y desarrolla muy bien su personaje, quien al principio genera un poco de rechazo pero que luego se va ganando al espectador. Dentro de una estructura brillante que consiste en dividir el film en las cuatros estaciones del año y separarlas por canciones, Isabelle transita diferentes estados de ánimo en donde Vacth se luce. La película tiene un buen ritmo y se acerca mucho más a Hollywood que al cine francés tradicional. Un dato no menor para el espectador que le huye a este tipo de películas y buena oportunidad para animarse a algo europeo.
“Hazte la fama...” Gran refrán que se aplica a la perfección a Nicholas Sparks, autor de bests sellers a quien mi amigo y colega Hugo Zapata ha bautizado como pirata del asfalto literario. Resulta que las primeras adaptaciones cinematográficas de sus libros no solo fueron un éxito sino que también resultaron ser muy buenos films románticos. Por supuesto que estoy hablando de A walk to remember (2002) y la aclamadísima The notebook (2004). Lo que le trajo al autor un gran prestigio y visto bueno por los grandes estudios no solo para comprar el resto de sus obras sino también para encargarle otras a futuro con sumas millonarias para la versión cinematográfica. Luego fue todo cuesta abajo y cada vez peor por repetición de fórmula y estructura: un amor imposible en un pueblo chico que triunfa para luego ser separados y al tiempo juntarse otra vez, y cuando eso sucede muere uno de los dos en el final ya sea por un accidente o una enfermedad terminal. Novelas exitosas y adaptaciones paupérrimas. Así fueron las últimas incursiones de la obra del autor al cine con distintos directores y estrellas de Hollywood. Lo mejor de mi vuelve a repetir la citada fórmula y todos los clichés de manual que uno se puede imaginar. Al estar la historia dividida en dos líneas de tiempo tenemos cast por partida doble para la pareja protagónica. En el presente vamos a ver muy buena química entre James Marsden y la reciente ganadora del Globo de Oro Michelle Monaghan. Ambos hacen un papel correcto pero no llegan a transmitir la explosión de amor pretendida. Y por el lado de sus parteneres en el pasado, Luke Bracey y Liana Libeato cuya química falla por culpa del actor. No solo porque es medio de madera sino porque no te creés ni de casualidad la relación así como tampoco que ese sujeto crezca para convertiré en James Marsden. La única explicación para que eso ocurra sería una mutación y aunque haya un actor de la saga esto no es X-Men. Lo único positivo que tiene la película es la realización por parte de Michael Hoffman porque teniendo en cuenta que nos encontramos ante un drama romántico el director podría haber hecho un laburo mediocre a la altura del guión y la verdad es que la parte técnica está bien, incluso con una intro con efectos especiales. El resto es basura pura que ya vimos en las últimas cinco películas basadas en las novelas de Sparks. Así que si quieren ver algo de este autor ahórrense el dinero y denle play otra vez a The notebook, y si ya la vieron muchas veces y siguen con ganas de algo romántico busquen otras opciones porque incluso la novela de las tres de la tarde es mejor que este estreno.
Antes de entrar a ver Pistas para volver a casa hay que saber que uno no se va a encontrar con un gran despliegue visual ni con el más astuto, sorpresivo y complicado de los guiones. Lo que hay que saber es que el espectador se chocará con una historia híper intimista que se apoya en un cien por ciento en el trabajo de sus protagonistas. Érica Rivas y Juan Minujín le dan vida a dos hermanos que no poseen la mejor de las relaciones pero que se ven obligados a pasar mucho tiempo juntos debido a que internan a su padre en un pueblo y descubren que hay un secreto cuya respuesta la posee su madre a quien no ven hace años. Vale hacer este reconto más allá de la sinopsis que se puede leer en la parte superior de la ficha de la película para situar a estos dos personajes y desmenuzarlos. Con tintes de road movie, este estreno se propone a hacernos reflexionar sobre nuestras relaciones familiares pero lo logra de forma parcial dado a que no todos van a generar empatía con los protagonistas ni sus conflictos. Lo mejor de la película sin lugar a dudas son las actuaciones por parte de Érica Rivas y Juan Minujín. Ambos muy creíbles y reales como dos hermanos conflictuados y conflictivos. El problema es que no logran hacer emocionar lo suficiente pero no por culpa de ellos sino por el tono de la película: es un drama pero no lo dramática que pretende ser. Ojo que cuando hablo de drama no me refiero a tragedia, que no se mal entienda. Jazmín Stuart vuelve a sentarse en la silla de directora y lo hace muy bien, mejor que en su ópera prima (Desmadre, 2012) pero lo extraño es que no se nota una sensibilidad femenina en la narración. No es algo que esté mal pero llama la atención. Lo que si hay que tener en cuenta es que tiene un ritmo lento para los que estén acostumbrados a un cine más industrial. Pistas para volver a casa es una película con buenos cimientos e intenciones pero que se queda en el camino. Sin embargo sus dos protagonistas la enaltecen.
El patrón es una de esas películas nacionales que sorprenden, es decir, que da mucho gusto de encontrarse con una obra así en el cine. Con un póster que no dice demasiado para el que aún no la vio pero con un significado inmenso para quien ya la ha disfrutado, este estreno que “la juega de callado” en pleno furor Relatos Salvajes post Oscars merece todos y cada uno de los siguientes elogios. Primero y principal la enorme, desbordante e intensa actuación de Joaquín Furriel. Es increíble la transformación que el artista logra apartándose por completo de los galanes de novelas que ha interpretado. Aquí realmente no parece él y no solo en lo físico (que ya es mucho) sino también en la impronta de su personaje y lo que logra a partir de gestos. Aplausos al director y a los productores por dar esa oportunidad y jugársela de esa manera. La segunda cuestión para remarcar es la historia. La misma está adaptada del libro escrito por el famoso jurista Elías Neuman basándose en un hecho real a su cargo en la década del ’80. Aquí todo transcurre en la actualidad y nos encontramos con un ser detestable -encarnado por un excelente Luis Ziembrowski- que es dueño de varias carnicerías, en una de las cuales trabaja el personaje de Furriel y donde se desarrolla la historia. Lo tercero para comentar justamente es la carne. Si, la carne. Es impresionante todo lo que el film puede hacer sentir al espectador. Un verdadero carnívoro como quien escribe estás líneas sintió asco y repulsión por todo lo que mostraron que ocurría dentro de esa carnicería y como se adulteraba la materia prima. Algo que me dejó pensando bastante. Supongo que un vegetariano la puede pasar verdaderamente mal. Son muchas escenas sobre eso, y cada vez más gráficas, a tal punto que te podés imaginar el olor. Estos tres elementos acompañados por una factura técnica que si bien no es grandilocuente está muy bien, hacen que la primera película de ficción de Sebastián Schindel se convierta en una verdadera experiencia cinematográfica. El patrón es otro claro ejemplo del potencial enorme del cine argentino más allá de una posible estatuilla a la mejor película extranjera. Buen cine con realización impecable y con una actuación superlativa. Definitivamente es la película para ir a ver.
Con este estreno llegamos a la cuarta (y última) biopic que se encuentra nominada como mejor película en la entrega de premios de la Academia a desarrollarse el domingo 22 de febrero. Las próximas líneas pueden sonar duras pero no por ello tienen que ser mal interpretadas porque Selma es una buena película, pasa que ni de casualidad tendría que estar ternada. Selma está nominada a mejor película únicamente porque trata un tema de interés por la comunidad afroamericana en Estados Unidos. Más aún en esta premiación en donde los actores y actrices cuyo color de piel es negro no fueron ternados. Sino no hay otra explicación porque la historia, que obviamente es conocida, no está contada de ninguna manera especial como para hacer resaltar la narrativa del film así como tampoco la manera en la cual está filmada. La fotografía es simple, está compuesta por planos y angulaciones bastante comunes y no se aprovecha el despliegue de época generado. Un verdadero pifie por parte de la directora Ava DuVernay. Sin embargo, la dirección de actores es bastante buena y se ve reflejada en una gran interpretación por parte de David Oyelowo. Su Martin Luther King es prácticamente igual al verdadero, a aquel que podemos ver en material de archivo. El resto del elenco está bien pero tampoco para destacar. En cuanto a la historia, el problema no radica en que es conocida sino en como está contada, porque aburre y la película se hace larga a pesar de que su metraje no es tan extenso. Los golpes bajos no son tantos (aunque si en las primeras escenas), y en un momento se abre una arista interesante que luego no es explorada: las infidelidades de Martin Luther King hacia su esposa. Lejos del efectismo de 12 años de esclavitud el año pasado, Selma se queda en el camino de poder hacer ruido no solo en la sociedad norteamericana sino también en las butacas.