Noche de tormenta, una señora cose lentamente, en compañía de sus dos perros, dos ovejeros alemanes En el medio de la noche tocan con desesperación a su puerta. Un hombre ensangrentado lleva en andas a su mujer herida, han sufrido un accidente. La dueña de casa los recibe, parece pequeña y desvaída. Su hospitalidad es generosa pero… Un detalle, la Señora Haidi descubre que la pareja no es un matrimonio, son amantes y ese detalle desencadena su furia terrorífica. Solo tres personajes una María Leal que sabe meter miedo y sorprende con su personaje, Guillermo Pfening y María Abadi como las víctimas. Lod directores Rafael Menéndez y Daniel Alvarado que conocen a la perfección las reglas del género, con poco presupuesto pero con talento, ideadas claras cumplen con el entretenimiento, el suspenso y lo sangriento.
Una historia para niños, dirigida por Martín Musarra que con creatividad y poco presupuesto elude los efectos especiales e inscribe su relato en el litoral argentino con una cuota de magia: la historia de una familia muy especial que tiene la cualidad de transformarse en animales y después con un conjuro retornar a su forma humana. Una niña de 11 años que descubre que su mama se transformó en una lora en un momento de stress, recurre a su tío, a su abuela y a un grupo de amigos para lograr que en el plazo de tres días, su mama vuelva a ser una mujer y no un pájaro. Con buenas ideas que van a favor de quebrar estereotipos sobre belleza, roles, poderes, y a hurgar en nuestras leyendas mas que en modelos extraños, el film tiene su debilidad en el tema actoral y el ritmo pero es de una buena iniciativa.
Un notable documental que se realizo según la idea de la directora Julieta Greco y Aldo Consiglio, que cuenta como nació se desarrolló y terminó una experiencia única, disruptiva, que emprende el colectivo teatral “La organización negra” desde l984 hasta l992. Y lo que muestra esta película es como se reúne un grupo de talentosos actores que se niegan a ser rotulados de acuerdo a las normas artísticas e ideológicas del momento, que se inventan un espacio propio. Primero con intervenciones en la calle Florida, un poco antes del cierre del horario bancario. Eran una suerte de “guerrilleros del arte, en la época del Parakultural, de Batato Barea, Urdapilleta, las Gambas al ajillo, Sumo y Los redondos de Ricota. Luego las experiencias en Cemento. Las primeras divisiones y el comienzo de tomar otra vez el espacio urbano con la famosa tirolesa y el espectáculo que hicieron en el Obelisco, en Recoleta y otras ciudades del mundo. La decepción por no tener apoyo a pesar de ser tan originales como de enorme repercusión. La frustración de no poder llevar esa tirolesa a Europa. Y un fin de la agrupación, cuyo camino seguiría en las creaciones de varios de sus integrantes. Todo un fresco de esos años, del teatro físico, de impacto, sin palabras, con música y sonido, sensaciones e imágenes poéticas. De un tiempo creativo, único, ido.
Un interesantísimo documental, que es la opera prima de Jayson McNamara un redactor y periodista del diario Buenos Aires Herald, que realizó este trabajo para recordar con justicia el papel que jugó el periodista ingles Robert Cox, como el director de ese diario escrito en inglés que fue uno de los pocos donde se publicaban los reclamos de familiares de desaparecidos, de Abuela y Madres de Plaza de Mayo durante la dictadura. Y el director contó además de los importantes testimonios, con el aporte de material inédito de los archivos de la BBC, de las emisoras públicas de Holanda, Finlandia y Alemania, y de las principales agencias de noticias internacionales. El resultado es un potente, muy interesante fresco de la época. Y el testimonio de la transformación de las opiniones de quienes trabajaban en el diario y del propio Cox, que estaban en contra de los actos terroristas y el caos de los últimos tiempos del gobierno democrático y que creían que el golpe militar era necesario. Entre las denuncias, sus propias investigaciones que el director llevaba a cabo con su esposa Maud, la verdad surgió con toda su dimensión. Y aunque era un periódico chico y escrito en inglés su labor de denuncia empujo a Cox al exilio. También esta su testimonio frente a los jueces, las condenas y el vibrante “nunca mas” del alegato final. En resumen un documental necesario, interesante y bien realizado.
La espera fue larga desde l982, cuando se estrenó “Blade Runner” que en un principio fue un fracaso y luego se convirtió en película de culto, hasta esta nueva versión. Aquí Ridley Scott se quedó con la producción ejecutiva, con un equipo de 15 de su estatus y delegó la dirección en Denis Villeneuve (el mismo de “La llegada”) Y esta nueva historia que abreva en el mundo creado por el genial Philip K. Dick (“Sueñan los androides con ovejas eléctricas”) contó en el guión con Hapton Fancher que estuvo en el guión de la primera mas Michael Green. Y en esta extensa versión de dos horas y cuarenta minutos (si, es exagerado el metraje) uno comprueba que el resultado no defrauda. Si tendrá destino de leyenda solo el tiempo puede determinarlo. Los interrogantes que se plantean en el primer film se retoman aquí y se multiplican. Saber cuanto de humanos pueden tener estos esclavos androides sigue siendo el interrogante y hasta se habla de milagros. Mucho no se puede contar, el director nos envió una carta a los críticos rogando no cometer spoilers (anticipos de la trama) Pero si puede decirse que las angustias y verdades rebeladas se acumulan y se crean nuevos enigmas. Ryan Gossling pasea su poético, violento y atormentado personaje con una elegancia única. Cuando en la última parte se cruza con Harrison Ford, primero en pelea y luego en entendimiento, es un verdadero placer verlos. Especialmente porque en el “refugio” del viejo Deckart hasta es posible encontrarse con Marilyn Monroe, Elvis Presley y Frank Sinatra. Visualmente la contaminación de vapor y nieve, la destrucción masiva, las ciudades abandonadas retoman y agrandan la sensación de la primera. Un superpoderoso, Wallace, es dueño de los alimentos sintéticos que evitaron la hambruna y el que compró la empresa que fabricaba androides. Un Jared Leto alucinante en sus planteos. Robin Wright es la jefa de la policía que quiere tapar todo. Y un androide violento, el brazo ejecutor de Wallace es la peor amenaza para toda esperanza. Disfrutable visualmente, con una trama que entretiene e intriga, con buenos actores. Hay que verla.
Una gran expectativa sobre esta película que tiene como protagonista femenina a la chica del momento, a Carolina “Pampita” Ardhain. Cada gesto, cada declaración, cada salida son registradas al detalle. Y en este caso en un film con contenido erótico que recuerda en su realización a algunos films de Armando Bo y que la coloca a “Pampita” en una suerte de sucesora de Isabel “Coca” Sarli. El director asegura que el buscó a la mujer como protagonista de su deseo erótico y el film abundan los desnudos masculinos, los momentos de éxtasis sexual, en una suerte de “porno soft” que encontrará seguros seguidores. El guión esta escrito por la autora del libro Erika Halvorsen (la misma de “El hilo rojo”) sobre idea de Alex Kohanoff. Pero lo que en el libro original es tomado es tomado como algo serio, dos hermanitas, una de ellas de precoz primer orgasmo, otra reprimida, impulsadas por una madre que las instruye en el uso de anticonceptivos antes de su llegada al país y que les facilita placeres sexuales con chicos de la playa, tiene un comienzo muy audaz y conflictivo. Un vínculo entre hermanas donde una siente demasiado, en un animal erótico y la otra se mutila porque no sentir. Pero ese planteo, inmerso en los años 70, en el reencuentro de las hermanas luego de varios sucesos trágicos, tiene en film una vuelta de tuerca delirante donde se lucen en plena convicción del tono Andrea Frigerio y Guilherme Winter (si, el de “Los diez Mandamientos”) con algunas réplicas francamente increíbles, fuera de tono, reideras y desconcertantes como el mítico “¿que pretende usted de mi? “ de la Sarli. Juan Sorini envarado como sus músculos no encuentra su rol de seductor masculino. Y a Pampita, sufriente o esplendida mostrando su cuerpo en acción o en largas tomas publicitarias, como para que nadie se quede con las ganas de verla. Extraño film que seguramente tendrá gran éxito comercial, que pone al borde del ataque de ira de algunos, pero que con sus cambios de tono desconcierta y a la vez, entretiene.
La promesa del amor y la esperanza de hallarlo, así define la guionista Christine Angot el film bellamente realizado por Claire Denis, una de las más grandes creadoras de cine francés. Un film que según la ficha técnica se basa en “Fragmentos de un discurso amoroso” de Roland Barthes, aunque no halla quedado ni una línea de él en el argumento. Y la protagonista es una voluptuosa y talentosa Juliette Binoche, una artista que busca ese amor verdadero, en relaciones previsiblemente destinadas al fracaso, donde ella no quiere conceder nada a la conveniencia y la rutina. Tiene una hija pero es dejada de lado por el guión, la maternidad no es el tema. Es una artista cotizada pero tampoco su obra es objeto de atención. Ella, valiente, orgullosa de su condición de mujer tiene encuentros amorosos. Algunos con seres desagradables. Otro con su ex al que le pesca un momento que la desagrada profundamente. O un actor. O un hombre de la campaña. No es una seductora compulsiva, no es una versión del “Don Juan”, que quiere batir algún récord, es alguien que ansia amar y ser amada y busca ese objetivo aunque a veces encuentre lágrimas y verdades desagradables. Y un final con una creativa vuelta de tuerca, un encuentro con el personaje de Gerard Depardieu que parece un psicólogo y resulta un chanta adivino que la protagonista consulta en un gesto ingenuo. Una comedia romántica que le huye a los lugares comunes del género para conectar con una verdad emotiva y real.
Es una película con virtudes y desaciertos. Entre sus virtudes, elegir nada menos que a Tita Merello, una de las mujeres más importantes del espectáculo argentino, que atravesó el siglo, que se construyó como mito, talentosa y única. Teresa Constantini eligió como guionista y directora mostrar algo de su infancia, con un episodio de abuso no documentado y sus comienzos en un triste tugurio, su amor por Sandrini y el regreso del exilio en una escena a pura emoción de corte fantástico. Otro acierto es haber elegido a Mercedes Funes como una protagonista que estudio, se entreno, no paro de trabajar desde antes de la confirmación del papel y todo el durante de la filmación: el resultado es una Tita entrañable, que canta como ella, que conmueve. Hay una reconstrucción de época lujosa, cuidada, vistosa, hecha con esmero y mucho presupuesto. Los tantos en contra van desde el casting donde salvo el trabajo conmovedor de Mario Pasik, muchos actores elegidos para roles de personajes muy famosos no cumplen con cierto parecido o presencia del personaje recordado y tiene que ser nombrados en el diálogo para ubicarlos. Hay inevitables omisiones, pero también una manera de ver la relación que tuvo con Sandrini, donde Tita solo queda como la engañada y él como un ser infiel y en un punto despiadado, que no condice con la verdad histórica. Y en otro aspecto es que se trata de un argumento lineal, sin crescendo dramático, que muestra viñetas de la vida de Tita, la relación con su madre (no aparece su hermano) en un acercamiento plano, salvo con el imaginativo y conmovedor final. Tradicional y sin vuelo, pero también por momentos emotiva en especial por la protagonista que tiene una entrega total.
En el 2008 el Ministerio de Defensa decide cambiar los programas de estudios en todos los institutos militares. Se añaden materias sobre derechos humanos, para cambiar la mentalidad de instituciones signadas por los golpes de estado y delitos de lesa humanidad. Este documental realizado por Andrea Schellemberg hace un seguimiento de las clases de derechos humanos dictadas en el Colegio Militar de la Nación. Este cambio coincidió con la incorporación de la mujer en la carrera de oficiales, el proceso de secularización, el quite de armas de guerra menores, la transformación de ese colegio militar en un espacio universitario. Y ahí la cámara registra detalles, reacciones, resistencias de algunos profesores aferrados al pasado, la incorporación de nuevos titulares. Un documento revelador.
Un documental que pone la mirada, la sensibilidad, la creación visual, la empatía con los que están en condición de calle y sobreviven como pueden en una sociedad donde los demás fluyen sin ver, con algunos gestos de solidaridad minima y la indiferencia como moneda corriente. Pablo Oliverio se detiene en ellos, los solos, los que están en pareja, los que sobreviven como pueden lavando vidrieras, buscando en al basura, pidiendo limosna, los que tiene la suerte de una compañía, del amor, del compañerismo, o los que andan con una enorme soledad a cuestas, con pocos sueños y muchas resignaciones. Con la sabiduría aprendida para sobrevivir deseando lo que difícilmente alcancen. Olivero repara en todo, graffitis, publicidades, actitudes, detalles. Construye con mano firme un documento de la gran ciudad. Con algunas reiteraciones, pero también con hallazgos.