Una comedia delirante que camina en el filo de la navaja con un argumento que es solo eficaz a medias. Al protagonista se le presentan personajes de vida anteriores y la que heredará su karma en el futuro, todos traídos a su presente por una suerte de médium, diosa, que sufre descompensaciones. Esas existencias anteriores pueden ser desde una cucaracha, a una monja con deseos carnales, un incendiario o una joven mujer que en el futuro no puede solucionar sus problemas y necesita martirizar al personaje de Willy Toledo para solucionar su presente en el futuro. ¿Se entiende? Si, pero luce un tanto enrevesada. El protagonista tiene un pecado que confesar, la existencia de un hijo que le ha ocultado a su actual novia, heredera de un rico empresario. El se reconoce como un vividor y ventajista de la peor calaña, pero con la presencia de su futuro karma presionándolo tratará de ser un poco mejor. Un elenco que convoca a conocidos nombres aún para intervenciones breves: Wily Toledo (“El crimen ferpecto”) Ana María Orozco, Florencia Peña, Luisa Kuliok, Leonora Balcarce, Silvia Pérez, Liz Solari, Boy Olmi, Emilio Disi, Gino Renni. Tiene ritmo, delirio, efectos especiales. Dirigida por alguien que prefiere el anonimato bajo el seudónimo “Who”.
Un documental impresionante realizado por el famoso artista Ai weiwei sobre el moviendo, la verdadera marea de desplazados en el mundo por hambrunas, guerras o cambios climáticos. Mas de 65 millones de personas forman esta masa de refugiados privados muchas veces de los más elementales derechos, hacinados, abandonados, adaptándose a condiciones de vida paupérrimas, sin una esperanza de un futuro un poco mas benevolente. Este extenso trabajo del director lo llevo a recorrer y a interactuar con refugiados de Afganistán, Bangladesh, Francia, Grecia, Alemania, Irak, Israel, Italia, Kenya, México, Turquía. Un desplazamiento humano que es el mayor desde la segunda Guerra Mundial. Un documento estremecedor que busca no solo documentar la escala internacional de esta crisis humanitaria, sino también la indiferencia de muchos países que se niegan a la ayuda, que fueron causantes de algunas situaciones y no se hacen responsables. Sin discursos políticos pero como un llamamiento a la sensibilidad humana mundial para trazar solidaridad con los despojados de todo.
Un documental necesario para recordar a un verdadero luchador por los derechos humanos de gay, trans, lesbianas. Unos de los creadores de la Marcha de Orgullo, uno de los fundadores y presidente de la Comunidad Homosexual Argentina. Y fundamentalmente un militante que visibilizó a quienes hasta ese entonces se escondían, sufrían injusticias, atropellos y discriminaciones. Un hombre con una mirada política que sabía moverse en los medios para comenzar a abrirles la cabeza a los argentinos y lograr las bases legales que luego se consiguieron. Con testimonios conmovedores y reveladores de su vida y su actividad pública y privada. Un hombre que falleció victima del sida en 1996.
Un trabajo que permite una mirada de comprensión, discusión o simplemente de información de toda una época, de todo un accionar en el desierto de la Rioja, hace ya 40 años. Centra su mirada en el debate del grupo religioso “Hermanitos del evangelio de Charles Foucauld”. Un grupo quizás desconocido por muchos integrados por religiosos, curas obreros y religiosos laicos que debatían su participación en la realidad de la época y que nunca juzgaban a quienes participaban o no en acciones políticas y luchas armadas. Pero también es una mirada interesante y curiosa, con importantes testimonios realizados en Europa y America Latina, sobre una manera de ver la religión católica, una manera de entenderla, ejercerla y el compromiso humano y emotivo con tales ideas. Un trabajo de Iair Kon, responsable también del guión, que ilumina una parte de nuestro pasado.
El protagonista es un gato matón, malhumorado, políticamente incorrecto, enloquecido por las gatitas, y absolutamente dictatorial. Es sin dudas una animación para adultos, aunque en su traslado al cine, hubo limpieza de escenas de sexo y de violencias sangrientas. Los directores Mehmet Kurtulus y Ayse Unal se basaron en un comic under de enorme éxito en Turquía, que se comenzó a publicar desde l997 con mucho humor negro y mensajes políticos. Ambientado en uno de los peores barrios de Estambul. El autor se inspiró en otro comic famoso “Fritz, el gato” de Robert Crump Pero también en su propio gato y en una especie de alter ego de Garfield, sarcástico, enojoso, amigo del bullying que maltrata a sus colaboradores, una gaviota y una rata que le temen y lo sirven. A ese gato le aparece un hijo no reconocido, se enamora, las cosas le salen bien y mal y por sobre todas las cosas es entretenido.
Para aquellos fanáticos de los superhéroes ver esta película, de antemano y antes de juzgarla, ya los transporta a una paraíso soñado hace mucho tiempo. Tener en una misma película a la Mujer Maravilla, Batman, Aquaman, Flash, Cyborg y a Superman resucitado, ya es algo que para ellos hay que ver si o si. Y no les importara que el guión de Chris Terio y David S. Goyer sea simplón, con algunos errores y que no les significó un esfuerzo de originalidad. Un malo que viene por tres cajas que juntas generan el poder de decidir la dominación de nuestro mundo. Ni tampoco que el mas malo del film sea una creación de CGI sin matices, sin humor, rígido y temible. Será que el director Zack Snyder, obligado por los altos directivos a que la película dure como máximo dos horas, decidió ir directamente a los bifes, a la acción, a los buenos efectos especiales, a escenas que brillan y todos contentos. Igual la película hasta que se forma el equipo de los buenos vacila un poco. Se luce Wonder Woman, se simpatiza con Flash, Batman se muestra canoso y desgastado, pero empeñoso, es inquietante la presencia de Aquaman y Cyborg es el único con una historia detrás. Claro que Superman murió y resucitarlo es uno de los momentos fuertes del film, además de las amazonas y una Gal Gadot que se impone. La liga junta funciona, es la parte más vertiginosa del film, la que le asegura una aceptación del público adicto al mundo de los superhéroes. NO LEVANTARSE AL FINAL DE LA PELICULA: Hay dos agregados. Uno muy breve. Y el otro, cuando nos comimos todos los créditos que son muy largos vale la pena porque Luthor aparece por primera vez y no con buenas intenciones. Amas a los superhéroes y te encantan a más no poder: Aquí los tenés juntos y revueltos. Una diversión con defectos pero efectiva.
Una sátira feroz al mundo del arte moderno, a lo políticamente correcto, a los valores “humanos”, a la necesidad de publicitar de cualquier manera, a la provocación absurda, a las culpas de los opulentos frente a los más pobres, al mundo supuesta “culto” y de avanzada. De guionista y director Rubén Ostlund, el mismo que tanto efecto logró con su film anterior “Force Majeure: la traición del instinto”. En este caso su trabajo le significó obtener la Palma de Oro del festival de Cannes. Y es un extenso muestrario de lo que le ocurre a un curador, muy pagado de si mismo, de un museo de arte moderno, cuya vida se complica y demuestra siempre su indiferencia, su vanidad, su habitual aprovechamiento del prójimo, y en el fondo su total desprecio hacia las obras de arte que el mismo eligió. Muchas historias se cruzan sin tener que ver unas con otras, pero con el objetivo de describir a ese protagonista. El robo de su celular, las decisiones que toma para recuperarlo, las consecuencias de lo que ocurre. Un encuentro sexual con una periodista y la pelea por un preservativo usado y el temor de que su esperma sirva para que sea extorsionado. Y la campaña para promocionar un cuadrado trazado en la entrada del museo, la gran convocatoria, un lugar donde todos tiene los mismos derechos y obligaciones, y se sentirán felices y seguros. Para promocionarlo contrataran a jóvenes publicistas que pergeñan un video violento con el solo objetivo de que se viralice. Y una demostración final donde los ricos y poderosos son agredidos por un hombre casi simiesco hasta lograr las reacciones mas enloquecidas. El resultado es atractivo, rezuma ironía, un humor feroz e incómodo, en una sociedad opulenta que simula no ver a los numerosos mendigos que pueblan sus espacios emblemáticos.
Ambientada en plena Segunda Guerra Mundial, une elementos reales históricos y una historia romántica. La colaboración de la mafia para que la llegada de los aliados a Sicilia y al resto de Italia después, sea lo menos cruenta posible, y el romance del protagonista con la mujer de sus sueños, que su tío promete en matrimonio a un jefe mafioso relacionado con Lucky Luciano. Ese enamorado es capaz de enrolarse en el ejército aliado para llegar a Sicilia y encontrar al padre de su amada para que acepte su pedido de mano, que tendrá un mandato superior a los deseos del tío. Una trama complicada, de comedia amable, que remeda un cine italiano que supo de lirismo y poesía con estos temas de amores en tiempos de guerra y que aquí suenan como un eco empobrecido por la necesidad de buscar la gracia y la complicación de un bonachón ingenuo enfrentado a hechos que lo exceden. El protagonista es el director y coguionista junto a Michele Astori y Marco Martani. Su apodo es PIF aunque se llame Pierfrancesco Diliberto, famoso en su país como actor y conductor de radio y televisión. Con una reconstrucción de época pobre, forzada, llena de personajes caricaturescos que no aportan nada nuevo a un tema demasiado trillado.
Fue una de las comedias más taquilleras de Alemania y toca un tema serio como la llegada de los refugiados al país, aceptados y rechazados, pero en un tono amable y que no deja de ser políticamente correcto. Creer en los valores de generosidad y raciocinio del país donde los brotes neonazis son mostrados con ridiculez y más que minoritarios. Una conciencia limpia con el protagonismo de una familia con algunos problemitas: el marido un cirujano que maltrata a todo el mundo, en especial a su colega inmigrante, que se aplica botox para vencer sus arrugas. La hija una eterna estudiante que acumula títulos y soledades. El hijo un ejecutivo hiperactivo y estresado. Y un ama de casa lujosa que decide alberge un refugiado, un joven nigeriano que perdió su familia a manos de fanáticos y violentos y que espera ser aceptado como asilado. Un puñado de personajes alocados y el “albergado” que mira desconcertado a amigos enloquecidos y hippies viejos, roles que no entiende especialmente el de “tranquilizador” de conciencias. Comedia livianita que escribió dirigió y protagonizó (es el ejecutivo enloquecido) Simon Verhoeven. Ingenua, con lugares comunes, delirios módicos, enredos que pretenden ser hollywoodenses, pero por sobre todo con un tono inocente y educado como para quedar bien con todo el mundo.
Un momento de caos económico, obreros en la puerta de una empresa reclamando por su fuente de trabajo. Un supervisor los esquiva, seguro de si mismo, el gerente es su amigo, el suyo es un cargo jerárquico. Pero se queda afuera. Desesperado, es un joven padre de familia que quiere ocultar su situación aunque la noticia corre rápido. Tan rápida como su desesperación y su conexión con un mafioso amigo que le propone un negocio turbio que termina en desastre de tiros y muerte. Y una vuelta de tuerca con un final revelador. El guionista y director Marcelo Gálvez maneja con buen pulso su opera prima sobre el hundimiento de un hombre desesperado en un infierno del que apenas puede sobrevivir. Bien contado, con un lenguaje cinematográfico que sumerge al espectador en una odisea intensa e impensada. Con un buen elenco, el protagónico de Juan Nemerovsky con Alberto Ajaka, Luis Machin, Martín Slipak y Agustina Ferrari. Una pintura de una realidad social fácilmente reconocible, un mundo de apariencias, otro tentador y temible, un descenso a los infiernos después de quedarse afuera del juego. Buen debut en su opera prima de un director que promete.