Para los fans el plato más fuerte .Para la industria el festejo de una década de films, 19 en total. Se presenta como evento épico. Es que ver a tantos superhéroes juntos, muy bien ensamblados, se transforma en una fiesta donde cada personaje tiene su lugar. Pero cuando el más villano de los villanos, el aparentemente indestructible Thanos (construido con captura de movimientos sobre Josh Brolin) amenaza a todo el universo, hace falta cerrar filas. Por eso Iron Man, Capitán America, Spider Man, Pantera Negra, Hulk, Doctor Strange, Thor, La viuda negra, el equipo de Guardianes de la Galaxia y siguen los nombres hasta completar 30 personajes importantes y cada uno con sus momentos, deben presentar batalla para matar o morir. El equipo de ocho guionistas que trabajaron con Christopher Markus y Stephan McFeely sobre las creaciones de Stan Lee encontró la manera de optimizar los grandes despliegues de efectos especiales creativos, el humor en buenas dosis, celos, enojos, batallas, momentos emotivos. Las batallas son un verdadero despliegue de efectos especiales muy bien logrados. Y volvemos al villano: Thanos y el encuentro con sus dos hijas Nebula y Gamora se llevan los honores de los momentos mejor logrados y especialmente el más malo roba cartel a lo loco. Todo bien aderezado como para brindar un gran entretenimiento del que es mejor no espoliar nada para que la fiesta sea completa. Después de los títulos hay yapa como siempre. Termina y todos se quedan con ganas de mas porque ya se sabe que vendrá la segunda parte de esta peli programada para el 2019, y con la convicción de que nada es definitivos porque los saltos temporales y el cine garantizan que nada es para siempre…
Una historia de amor entre una mujer que fue famosa en Hollywood, Gloria Grahame, que gano un Oscar (Por su labor de reparto en “The bad and the beautiful “Cautivos del mal” para nosotros, con Lana Turner y Kirk Douglas) y que en sus últimos años se dedico a trabajar en teatro, y un aspirante a actor, que no conocía su fama, más joven, en sus 30 años, que quedó deslumbrado con ella. Peter Turner, de él se trata, escribió un libro en el que se basa la película dirigida por Paul Mcguigan, con guión de Matt Greenhalgh. La intención clara es otorgarle la mística de los romances de película, con sus imposturas y sus tics, y la historia funciona por la gran química que logran un adulto y talentoso Jamie Bell y una maravillosa Annette Bening , que ganara premios por este trabajo. No solo se habla de la historia de amor sino de la enfermedad que la actriz oculta y cuando ya no puede actuar llama a su ex amante, que la lleva a su modesta casa familiar en Liverpool, junto a sus padres. Romance y destino cruel. Pasión y melodrama. Pero estos actores la hacen potable. Algunas líneas de dialogo son deliciosas. Turner le dice a Gloria “te dijeron que te pareces a Laureen Bacall”? Y ella le contesta: Si me lo dijo Humphrey Bogart”. Como una vieja peli de Hollywood.
Una película que emociona con las mejores armas, sin golpes bajos, con la construcción minuciosa de climas y escenas de verdadera conexión. La directora Carla Simón, se remitió a su propia historia de orfandad, sus padres murieron por tener Sida, un tema del que se ha hablado muy poco en el cine español. De esos recuerdos infantiles surgió este film mirado desde el punto de vista, desde la altura real de una niña pequeña, huérfana, criada por decisión de su madre, por unos tíos jóvenes que viven en un ambiente rural muy lejano a la Barcelona natal de la protagonista. Lejos de los abuelos religiosos y avergonzados por la suerte que corrió su hija y su yerno, pero cerca de los sentimientos de esa niña. Ella debe superar los celos de su primita menor, y sus maldades de niña consentida, que da lástima. Debe lidiar con la religión en su personal adaptación y con la angustia que nace del centro de su pecho sin aparente razón. La directora contó con dos talentosas y gráciles niñas, les permitió interactuar libremente entre ellas y organizo el trabajo de filmación para que todo fluyera como en un milagro de captación de la vida misma. El resultado es un film sólido, disfrutable, nada ingenuo, por momentos inquietante, pero también sabio en la llegada de la aceptación de adultos y niñas. Fresco, conmovedor, para disfrutarlo.
La joya de la semana que nos regala un director como Phillipe Garell, que filma rápido, en escenas resueltas en un plano secuencia, en blanco y negro, en 16 milímetros, porque es lo que le gusta, con lo que se siente cómodo. Igual que hablar del amor y sus infinitas consecuencias. Donde todo parece leve, moderno, superado y nunca es así. Un profesor universitario y su romance con una alumna. Conviven, ocultan socialmente su relación, eso le pone un condimento especial a la relación. Y se supone que forman una pareja n libre y abierta mientras sea honesta y cada uno sea la prioridad del otro. Nunca es tan fácil. Y en esa vida, irrumpe una hija del profesor echada de su casa por su pareja, que pasa a convivir con el profesor y la alumna. La hija y la amante casi tienen la misma edad. Ese es el otro punto de tensión, la relación de esa hija con su padre y la relación con esa chica que se ofrece a pasearla y divertirla. Todo parece leve, aun con situaciones graves, pero nada será como parece. La libertad siempre es difícil de digerir cuando la ejerce el otro. Nada nuevo, pero complejo, inteligente, hecho con talento. Y además muy bien actuada.
Primera parte de la historia de Edir Macedo el fundador de “La Iglesia Universal del Reino de Dios” desde su infancia, donde debe lidiar con su defecto físico, el nacimiento de su hija con un problema congénito, la fuerza que le transmite su madre, la revelación que siente para transformarse en un predicador evangélico. Hace especial hincapié en las dificultades para encontrar su desarrollo personal, el éxito impresionante, la adquisición de compra de medios y la oposición del estado aliado a la Iglesia Católica. Una situación que lo llevara a la cárcel, acusado de curandería y charlatanería. Elegíaca, producida por esa iglesia, proselitista, eleva a Macedo casi a la estatura de un hombre santo. Encarnado por el famoso actor Petronio Gontijo, que se hizo famoso por su Aaron en la novela “Moises” que tanto éxito global cosechó , se asegura por ese lado también una adhesión inmediata de fans, de los seguidores de esta iglesia o simpatizantes evangélicos. Edir Macedo es el creador de una congregación de gran poder e influencia, sin dudas un hombre singular.
El documental de Manuel Abramovich muestra la vida en el cuartel de un muchacho que decide hacer la carrera militar en el Regimiento 1 Patricios. Un mundo que el director veía a diario, por vivir en frente del cuartel y que despertó su curiosidad. Sigue los pasos de Juan José González que asegura, apenas entra, que siempre le gustó la vida militar, que le da el gusto a su madre y que busca una salida laboral. Así ingresa a ese lugar regido por el culto a la limpieza, el orden, las costumbres como verdades rebeladas: desde la forma de tender una cama o l manera de acomodar un cable. Un mundo de obediencia debida donde las órdenes y los conceptos no se discuten, simplemente se acatan al instante. Y ese chico que recibe entrenamiento de guerra y también ingresa a la banda tocando el tambor se convertirá en un hombre callado con las angustias y dudas bien sumergidas en su interior. Tan estructurado que en su lugar de origen se desubica. Una pintura de la vida militar sin una ideología determinada. Solo mostrarlo ya es una toma de posición.
Terror a la coreana, del director Jung Huh, con guión que le pertenece y que tiene elementos atractivos y otros no tanto. Comienza de manera prometedora con un crimen en el medio de una zona selvática y un cadáver que es escondido en una cueva tapiada. Sigue con la historia de una familia, donde la abuela Alzheimer, y cuando estaba con ella un nietito se extravió para siempre, que vive en una casa cercana a la cueva. Y comienza una historia de terror con una entidad que imita las voces de seres queridos, y la aparición de un niñita perdida en el bosque. Con buena fotografía y buen suspenso todo sigue entretenido hasta que deriva en un melodrama de una entidad fantasmal que pertenece al folklore del lugar y se desbarranca y se alarga hacia otros caminos que poco tienen que ver con el terror inicial. Salvo esa última parte, el entretenimiento para los amantes del género es válido, porque tiene más calidad promedio que la mayoría de las producciones del género. Pero la ultima parte probablemente para gusto del mercado interno coreano ya no satisface tanto.
Es el primer largometraje documental de Andrés Perugini. Un trabajo sensible y profundo que permite toda una reflexión sobre la vida, la muerte, los rastros que quedan en una casa, cuando muere su propietaria. Primero el director filmó a su abuela Irene que a sus 96 reflexiona y recuerda, cuida sus plantas, se ríe y emociona, compara y confiesa. A su muerte su familia desmantela la casa. Abre los roperos, decide que cosas donar, a quien, que llevarse cada uno, que tirar. Pero cada objeto tiene la impronta de Irene y cuando la casa queda vacía algún detalle recupera el recuerdo que los objetos no retuvieron. Un muy interesante film documental que muestra las actitudes ante la vida, en el final anunciado. El tratamiento con la muerte en un trámite preciso y rápido, que más de una vez se practicó y la convicción de que otros en la familia se ocuparan de las protagonistas de hoy cuando la muerte se las lleve pero no el olvido. Muy bien logrado y original.
El film esta protagonizado por los autores del guión, pareja en la vida real y en la ficción y dirigido por Nicolás Bedos, con un elenco encabezado por la enérgica Doris Tellier. Una larga película que cuenta la historia de amor, odios, engaños y secretos de una pareja durante cuarenta y cinco años. Y que comienza con el relato de la viuda a un periodista, con datos que podrá pública y otros muy jugosos que ella pretende dejar para siempre en la oscuridad. Un escritor el, una estudiante de literatura ella, jóvenes cuando se conocen y simbióticos en más de un aspecto. Una relación con premios y elogios, con zonas siniestras y enfermas, pero también de un compañerismo a toda prueba y una entrega poco creíble de su compañera. Con momentos juguetones, satíricos, referencias intelectuales y situaciones de comedia frenética. Especialmente Doris Tellier despliega con elegancia sus armas de buena actriz para el género, en menor medida su compañero. Un entretenimiento intelectual, que sus creadores hicieron por diversión, que se alarga demasiado y que por momentos suena artificioso y otras interesante.
Una comedia de equívocos, con mordacidad contemporánea sobre una historia de confusiones y clases sociales que suena mas a las series inglesas del pasado con su alambicado sistema de los “de arriba y los de abajo”. Una historia trivial: Un matrimonio de norteamericanos que viven en Francia, están al borde de la bancarrota. El marido, un siempre eficaz Harvey Keitel lo sabe, la esposa una mordaz y maltratadora serial de la genial Tony Colette lo ignora. Solo la venta de un cuadro de Caravaggio pueden salvarles las papas. En ese estado una cena para doce comensales, se arruina con la llegada de un hijo del millonario alicaído. La organizadora no tiene mejor idea que obligar a su mucama a transformarse en “millonaria por un día” para que no haya mala suerte. Y la espléndida Rossy de Palma enamora a un banquero que la cree descendiente de la duquesa de Alba y se fascina. En este juego artificioso, la directora Amanda Sthers, que escribió el guión con Matthew Robbins, juega con todos los lugares comunes de una suerte de cenicienta, que florece con la experiencia. Un goce los actores en general, pero el resultado no deja de ser un entretenimiento módico, con ambientación lujosa y demasiados enredos de otros tiempos.