Es un documental de Guillermo Félix y Nicolás Tete que registraron la intimidad de un éxito teatral creado por José María Muscari, que reunió en “Extinguidas” a diez mujeres que fueron íconos indiscutidos de los años ochenta. Y en ese seguimiento de sus vidas actuales, en la intimidad de los camarines hay espacio para que cuenten su realidad lejos de los focos impacientes de la popularidad: los ejercicios para mantenerse en forma, las nuevas actividades, las confesiones más dolorosas, la nostalgia a flor de piel, la intimidad de sus casas, las reflexiones más profundas. Ellas se muestran valientes, vulnerables, prácticas, sabihondas, frágiles, doloridas, esperanzadas. Adriana Aguirre, Noemí Alan, Mimi Pons, Beatriz Salomón, Sandra Smith, Naanim Timoyko y Pata Villanueva. Así en el escenario como en la vida.
Con guión, dirección y producción de Matías Szulansky, protagonizado por Verónica Intile y Fabián Arenillas. El director declara que quiso hacer un filme sobre la alineación y la distancia emocional tanto de los personajes, como entre el espectador y la cinta. Y lo consigue con buena dosis de frescura frente a tanto cine argentino más pretencioso que logrado. A la protagonista le pasa de todo, y ella asume cada situación con una naturalidad apabullante, amantes variopintos, sucesos vampíricos, la reaparición de su violador, un hijo fruto de esa violación criado por su padre, que cree que ella es su hermana, y la utilización de mucho aloe vera. Todo, lo escabroso y terrible, con lo banal y cotidiano mezclado y mostrado con calma y frialdad, jugado por los actores con talento y profesionalismo, en un ambiente donde lo naif puede ser siniestro sin inmutar a nadie. Interesante.
Una precuela muy esperada, precedida por escándalos, como el despido de sus dos directores originales Phil Lord y Chris Miller (“Lego Movie”, “Lluvia de albóndigas”) que provocaron una expectativa de algo innovador con respeto al origen de la historia de Han Solo. Pero protestas de los guionistas, Jonathan y Lawrence Kasdan y de los actores por cambios en el guión y profusión de retomas, provocaron que los despidieran y contrataran de apuro al eficaz, útil y prolífico Ron Howard. El film no asume riesgos pero es entretenido, divertido y permite saber como fue el encuentro de Solo con Chewbacca, como se ganó su legendaria nave en una partida de naipes a Lando Calrissian (un muy bueno Donald Glover). En ese inicio de la historia se cruza con el amor de Qi`ra (Emilia Clarke lejos de “Game of thrones”), con un bandido, el impagable Woody Harrelson (como Tobías Beckett) y una droide L3-37 (hecha con captura de movimientos con Phoebe Waller-Bridge) que es un hallazgo. Con galaxias lejanas, efectos especiales, pero muchos guiños al westerns muy bien logrados (duelos, asalto al tren) la aventura esta garantizada. A pesar de durar mas de dos horas, entretiene todo el tiempo y cumple con las expectativas de los seguidores y probablemente inicie una saga propia, tiene humor, soltura y nada de solemnidad. El tema para los más grandes es aceptar que Han Solo tiene otra cara, la del empeñoso Aiden Ehrenreich, que es buen actor y hace lo suyo de buen modo, aunque los nostagiosos sepan que Harrison Ford es irremplazable. Pero después de dolor de ver la muerte de Solo, este renacimiento bien vale aceptar a este joven y talentoso actor.
Ya lo había demostrado con “El último Elvis” sus cualidades de primera línea como director y como guionista. Junto a Nicolás Giacovone y Alejandro González Iñárritu gano un Oscar como el mejor por “Birdman”. Aquí, otra vez con su aliado de siempre en la escritura y con su capacidad madurada de cineasta nos da un film sólido, singular, muy bien filmado, con una iluminación que acompaña, con la música justa. Y se mete nada menos que con un tema muy poco frecuentado: transplantes y la escasez de donantes. Y comienza con un naturalismo equilibrado y luego vira al grotesco, la oscuridad, la transformación de cada uno en el “animal” del titulo, cuando las convenciones sociales se quiebran y aflora el sálvese quien pueda, el egoísmo extremo. Y en ese punto ningún personaje se salva. Un hombre de buen pasar, gerente de un frigorífico necesito un transplante, su hijo donara el riñón que necesita, pero a último momento huye despavorido. Tras dos años de espera por un órgano recurre a la ilegalidad y la posibilidad de comprar o canjear un órgano. Caerá en la extorsión, la perdida de todo lo que posee, la locura, el costado negro de un entorno salvaje. La mirada es irónica y feroz, la angustia se palpa, la inteligencia en observar que pasa en una sociedad que cree posible la fantasía demente, la caída de valores políticamente correctos que funcionan como una cáscara que muy pronto muestra su verdadera cara. Bo demuestra su talento como director en la concepción del film que implica no pocos riesgos. Lo acompaña un elenco elegido con precisión. Guillermo Francella pasa por todos los registros de la angustia y la desesperación, por la ferocidad, la transformación del ciudadano ejemplar en un depredador. Uno de sus mejores trabajos. Carla Peterson en su veta dramática, la señora correcta que también muestra su lado oscuro. Federico Salles camina en el borde y nunca se equivoca con su personaje marginal. Todos los actores están en su punto. Un filme para ver y polemizar. Un espejo que nos muestra en toda la deformidad de la que es capaz el ser humano.
Wes Anderson y su película animada con la técnica del stop-motion nos brinda un disfrute sin igual. Escrita sobre una idea del director y de Kunici Nomura, con Román Coppola, Jason Scwarztman, concebida como un homenaje a Akira Kurosawa ( en especial a su film “Dodes Ka-den”) y a su forma de trabajo. En una ciudad japonesa un virus que llega por culpa de los perros hace que la autoridad decida, en una supuesta democracia que apenas disfraza el autoritarismo, que todas las mascotas sean deportadas a una isla donde solo se acumula la basura. Por un lado esta el despertar de esos perritos acostumbrados a las comodidades y a un amo proveedor que deben reinventarse para sobrevivir. En una nueva sociedad. Por el otro la mirada critica al poder que descubre corrupción y una peste inventada en un laboratorio. Al mismo tiempo una revuelta estudiantil reivindica la verdad y la necesidad de rescatar a un chico que viajo a la isla prohibida, sobrino del dictador, para encontrar a su amada mascota y reivindicar a la raza. Irónica, inteligente y conmovedora es la mirada del director, con un trabajo minucioso en los detalles, con la convocatoria de grandes actores para las voces (véala con subtítulos) que van desde Bryan Cranston, Edward Norton, Bill Murray, Jeff Goldblum, Frances McDormand, y siguen los nombres. No tiene nada que ver con el típico producto para chicos, ni con las convenciones simplonas referidas al “mejor amigo del hombre”. Si se entrelaza con la sátira, las preocupaciones ecológicas, la búsqueda de la verdad con héroes de cuatro patas. No se la pierda.
Un film inquietante, distinto, que sigue el derrotero de un periodista de investigación, corresponsal de guerra que a perdido a su compañero fotógrafo, que es contratado por el Vaticano, nada menos, para investigar un caso de aparición de la Virgen María. Un hombre escéptico que formará parte de una comisión investigadora que se asienta en un pequeño pueblo de Francia, que ya se beneficia con la enorme cantidad de peregrinos que llegan al lugar para conocer a la adolescente que tuvo esa visión. Ante la mirada del periodista desfilan atisbos de corrupción, componendas, operaciones de marketing, y escepticismos varios. Pero es su pasión por la verdad lo que lo lleva a pistas impredecibles, con misterios, vuelta de tuerca y tono de thriller, que nada tiene que ver con conspiraciones tipo Dan Brown, y si con una verdad que parece no interesarle a nadie, especialmente a la Iglesia como institución. No es una critica despiadada a la religión, sino mas bien una mirada filosófica sobre su significado,”la fe no necesita demostraciones”, y ciertas sorpresas del argumento que son originales. Tiene como defecto un metraje exagerado, como virtud la rigurosidad y el buen trabajo del protagonista, el talentoso Vincent Lindon.
A los 12 años la vida de Luis transcurre solitariamente. Frente al acoso escolar que sufre a diario por parte de sus compañeros y su padre ufólogo quien vive más dormido que despierto, sólo encuentra sosiego en el idílico enamoramiento que mantiene por la periodista de la clase. Todo esto cambiará completamente cuando tres alienígenas choquen su nave espacial contra el campo vecino. Estos divertidos extraterrestres que han venido a nuestro planeta simplemente en busca de un sofá masajeador, serán quienes ayuden a Luis a escapar de un infortunado destino. Este film se nutre de las herramientas argumentales más comunes del género de animación infantil. La película recurre así al “padre-científico-desaliñado”, despreocupado pero empático; al niño huérfano de madre, víctima del bravucón de la escuela; o a los vecinos superficialmente intachables, entre otros recursos usuales. Lo que -en principio- podría pensarse como un camino con poco riesgo y mucha garantía de éxito acaba, por el contrario, resultando en un producto con más falencias que aciertos. La película despliega una gama de matices en torno a diversos géneros cinematográficos. Los pasos de comedia se encuentran regulados por el simpático trío de extraterrestres (fácilmente comparables a tantos tercetos cómicos infantiles, incluso contemporáneos) mientras que la mirada dramático-emocional se presenta en la relación entre Luis y su papá. Al mismo tiempo, hay ciertos elementos de suspenso que aportan algunos personajes secundarios y, en su totalidad, la historia despliega una narrativa común a las aventuras de enredos. N obstante, ninguna de estas búsquedas llega a consolidarse de manera efectiva y, finalmente, la resolución termina siendo forzosa e inverosímil. En definitiva podrá entretener por momentos pero no es, en términos generales, una propuesta atractivamente conformada para niños ni adultos (M.S.)
Es la opera prima de Agustina González Bonorino y Regina Braunstein, que es la tesis de catorce estudiantes de la carrera de “Imagen y sonido” de la UBA que por calidad llega al cine Gaumont. Una novedad realmente auspiciosa, por la calidad y el rigor de quienes concibieron este proyecto de observación social en una situación límite: Un barrio con 30 días de corte de luz, en la calurosa época de fin de año, con una situación caótica de abandono y falta de control, y en ese contexto, tres historias que se entrelazan. La de un joven que vuelve al barrio, a estar con su madre, la de una pareja joven de hermanos que sobreviven como pueden, ella trabajando y el vagueando, un niño que observa como su padre se transforma también en un violento como los que lo agreden. Con buen pulso, un guión preciso, un crudo lenguaje cinematográfico la presión crece y nadie se hace cargo. Como en una olla a presión estallara la violencia, primero en pequeños hechos, hasta llegar a desatarse por completo. En el elenco sobresale especialmente la talentosa Paloma Contreras.
Fredy Grunberg dirige un documental conmovedor, realizado con rigor sobre el derrotero de chicos abandonados, que tuvieron la suerte de tener alguien que modifique sus vidas, pero que a la vez, a través de sus relatos nos cuentan, nos muestran, con crudeza sus vidas de abandono y desamparo limite. Son tres historias. La de Emanuel Mercado, séptimo de ocho hermanos que huye de su casa donde el abuso y la violencia es moneda corriente, que sobrevive como puede y que gracias al proyecto de teatro ”Amanecer” descubre su vocación de actor, y se reinserta en la sociedad que hasta entonces lo empujo a la marginalidad. Su caso es tan conmoveedor como el de Andrés Montes de Oca, que escapa de su destino de abandono porque se cruza con el activista social Alberto Marchetti que ha creado “Pelota de trapo” y el “Movimiento chicos del pueblo”. Un cambio completo en su vida y que marcó su futuro. Y la historia de vida de Rodolfo “Chango” Brizuela, que cuando su madre enferma tiene un destino de “preventorios” hasta que lo llevan sus tíos a La Rioja. Con becas y mucha voluntad se recibe de abogado, inicia una carrera judicial que lo convierte en juez de menores. Tres casos que nos abren los ojos a la necesidad de contención, al milagro de la solidaridad, a vidas destinadas al olvido reconstruidas por completo.
La opera prima de Cristina Marron Mantiñan y Salvador Savarese, que recrean a partir de la historia de una famosa “cueva de jazz” toda la añoranza de una Buenos Aires que agitaba sus noches con ese ritmo, mucho antes de la aparición del rock. Pero también la filosofía, lugar de encuentro, y noches inolvidables de un reducto llamado “Jazz y Pop” que proponía la música como prioridad y el encuentro de músicos de distintas corrientes y visitas internacionales. Un lugar que nació con un crimen y que permanece único en el recuerdo. Con los valiosos testimonios de Jorge “Negro” Gonzáles, Jorge Navarro, Mauricio Percán, Chico Novarro, Litto Nebbia, Emilio del Guercio, Eduardo Stupía, Nestos Astarita, Hermeto Pascoal y muchos mas para reconstruir un espíritu indomable, Un tiempo de zapadas increíbles, talento y enorme problemas sociales.