Los directores Jeremy Dyson y Andy Nyman adaptaron su éxito teatral en Londres para este film que muestra historias sobrenaturales, tres en total, que deben ser investigadas por un famoso conductor de televisión que se dedica a denunciar fraudes en ese terreno, convocado por su maestro. Nyman también tiene su papel central en un elenco donde, como siempre brilla Martín Freeman. Es en realidad un homenaje al género que los británicos adoran, en este caso a la vieja tradición. El tema es poner a prueba el escepticismo científico del investigador y llevarlo hasta la ruptura. En la primera historia el que cuenta su experiencia horripilante es un guardián nocturno. En la segunda, es un adolescente atrapado en un incidente pesadillesco y en la tercera un ultramillonario con su mansión invadida por el fenómeno poltergeists. Todos presentan sus problemas pero hacia un giro final encontrarán una lógica y al propio protagonista inmerso en sus recuerdos terroríficos y culposos. Hay guiños para el género, los transitados lugares comunes, algunos temas jugosos pasados de largo como la discriminación y el racismo, pero en general se disfruta del ingenio y los detalles.
A muchos cinéfilos les llamará la atención que esta película de aventuras para la familia sea dirigida por Eli Roth ( “Bastardos sin gloria”, “Hostel”) que se mete por primera vea en este desafío y se adapta rápidamente a las exigencias del guión de Erik Kripke basado en la novela de John Bellairs. Una trama fantástica, con una casa encantada a la que llega un huérfano para vivir con su ocupante, un mago obsesionado con el tema del título. En realidad, un truco peligroso de su ex socio muerto que, se sabrá después, pone en peligro a toda la humanidad. Pero mientras tanto, entre la diversión y la aventura muchos trucos, y la adaptación de un chico a su familia ensamblada, a sus compañeros de colegio y a su destino de nerd, que elude con ayuda de ilusionismos aprendidos y prestados Por algo el tío en cuestión es un brujo no tan poderoso como quisiera y su compañera una hechicera en desgracia. La casa y los efectos especiales son vistosos y divertidos, la dirección de arte, con ambientación de los años cincuenta es una gloria de maderas, dorados barrocos con juguetes, muebles y objetos curiosos. El tono esta en la aventura, el peligro no asusta y siempre está a mano el humor, aún en los momentos más tensos. Dos actores como Jack Black y Cate Blanchet aportan su talento al servicio de este film que cumple con el entretenimiento y promete, seguramente, el comienzo de una saga.
Hace nada menos que 31 años que la primera de “Predator” se transformaba en un éxito con un Arnold Schwarzenegger que se peleaba con un monstruo invisible que aparecía muy poco y solo sobre el final del film, cuando había masacrado a todo un escuadrón. Después vinieron unas cuantas secuelas, hasta este film que retoma el personaje y lo transforma. Aquí todo es distinto, no aparece un depredador sino varios, los hay malísimos y otros buenos que quieren ayudar a los humanos, y por si fuera poco, llegan con perritos temibles. Pero ahí no termina la cuestión, para combatirnos un francotirador del ejército que trabaja de mercenario se reunirá con un grupito de ex soldados presos y supuestamente locos. Es una verdadera acumulación de acción, que no tiene nada de terrorífico y que se transforma en una guerra entre estos alienígenas con rastras, cara con uñas y armaduras con armas de alta tecnología. Además hay un niñito con características autistas, que es un genio y que ellos- no todos los alienígenas- quieren destruir. Para el final como se debe queda una puerta abierta para que vengas más secuelas. El director Shane Black se propuso una acción frenética que no seduce ni innova, va a los bifes a tal punto que lo suyo parece previsible y de factura televisiva, aunque entretiene sin desmayos. Tiene un elenco atractivo, al niño Jacob Tremblay (“La habitación”) Boyd Holbrook (“Narcos”), Trevante Rhodes (“Monnlight”), Keegan-Michael Key, Olivia Munn y siguen los nombres conocidos. Solo para los fanáticos de la acción sin respiro sin mucha inspiración.
Una historia real llevada a la ficción sobre un personaje muy fuerte: María Soledad Rosas fue una joven argentina que hacia fines de los años novena, viajo a Italia y allí se enamora de un líder anarquista en Turín y se convierte en defensora de esa ideología y en una activa okupa. Su transformación, especialmente cuando es detenida y condenada por una causa inventada por la justicia italiana, con trágicas consecuencias, la llevaron a ser considerada una figura de leyenda para muchos jóvenes. La directora Agustina Macri eligió para su opera prima este tema tan intenso y se baso libremente en el libro de Martín Caparrós “Amor y Anarquía” y muestra bien esa evolución de una chica apenas salida de su adolescencia que a través del amor primero y luego rodeada de circunstancias calamitosas se asume de manera penosa, en un punto ingenua, pero de puro fuego, y sin retorno, en una figura impensada y potente. Contó con una protagonista como Vera Spinetta que se entregó cabalmente a su personaje y que crece trágicamente en este film convincente y verdadero, con una intensidad sorprendente. Una reflexión sobre un tiempo pero también como los ideales transforman a quienes los comparten y se hacen carne con ellos frente a un estado que busca culpables y no acepta ningún cambio. Y por sobre todo el destino impensado para una chica argentina de clase media acomodada en un país y en un entono que no son suyos. Un buen debut de la directora con un relato clásico que fluye, es intenso y verdadero.
La opera prima de Oscar Frenkel, que se basa en la novela homónima Pablo Ramos, autor también del guión. Esta ambientada en Sarandí, a la vera del río. El primer desafío del director supuso un casting de búsqueda intensa. Y la selección de ese grupito de seis chicos y una chicha es un acierto. Todos de Avellaneda, de once años, los protagonistas del film. Una barrita de amigos que saborean su libertad y que, de a poco, descubrirán que la transición entre la infancia y el crecimiento supone dolores, frustraciones y olvidos de los amigos que uno suponía para siempre. Entre los logros del director están esas escenas bien actuadas, con frescura, con climas adecuados y acción en sus aventuras y desafíos arriesgados. Pero el guión peca por citar párrafos enteros relatados, en vez de actuados, con mucha voz en off, un recurso que cansa y corta la acción, un enamoramiento de la literatura leída. Sin embargo en el relato, lo que les ocurre a esos chicos tiene originalidad, situaciones reconocibles, reflexiones adecuadas y belleza melancólica.
La vuelta de Juan José Jusid al cine, con un guión que comparte con Cesar Gómez Copello y Olivier Kolker, es una coproducción con Brasil, rodada en Río de Janeiro, Buenos Aires y Bolívar y que se mete con un tema tan candente como el bullying en los colegios secundarios y lo que ocurre con un padre ausente, que realiza el viaje del titulo cuando su hijo entra en crisis. Sin embargo, a pesar de las investigaciones realizadas, el film de factura clásica y convencional, se expande en situaciones que no son tan necesarias para llegar por fin, hacia la última parte, al meollo de la cuestión, al sinceramiento de los protagonistas. Pero antes de eso, ese padre que vive en Brasil se muestra exitoso, con una mujer bellísima como pareja, fantaseando con otro bebé, y cuando intenta comunicarse con su hijo se enreda en una artificiosa aventura con dos “viudas negras” que poco aportan al hilo conductor. Lo mejor del film son las actuaciones de Pablo Rago, siempre convincente en ese padre adolescente que toma conciencia de la gravedad de la situación de su hijo y de Tomás Wicz como el adolescente insoportable y conflictivo. Un vínculo que cuando se sincera vale.
Una comedia donde su director Diego Lublinsky, con guión compartido con Pablo Scuff, apuesta a la artificialidad, en lo narrativo y estilo de actuación, con telones, pantallas partidas y una historia de amores, desamores, debuts sexuales y búsqueda de verdades que tiene un aire zumbón, divertido y fresco. Con un elenco donde brillan Paula Hertzog, Marín Corvini, Paola Barrientos, Miranda de la Serna, Brian Sichel, todo el universo pueblerino de un lugar llamado “Resignación” que estrena categoría de ciudad, reflexiona sobre engaños, leyendas, orígenes y mentiras de una manera muy ingeniosa, escapando al lugar común del realismo que tanto muestra el cine argentino. Bienvenido el riesgo y la diversión de esta propuesta.
Un policial que trae recuerdos de un hecho real pero que es totalmente ficticio. Eugenio Tobal, el director y coguionista con Ulises Porra, toma un caso misterioso y atractivo, con una protagonista joven acusada del asesinato de su mejor amiga frente a un juicio inminente. En ese contexto el afuera (amigos, prensa, familiares de la víctima, el público engolosinado por los medios más escandalosos), ya ha tomado partido. Pero no todo es el caso policial, aún con algunos defectos o momentos menos logrados la historia se corre del hecho sangriento y se mete profundamente en la mecánica familiar que cierra filas en torno a la protagonista. Ellos están dispuestos a todo por salvarla de la cárcel. Pero la tienen encerrada, lobotomizada interiormente. No les importa la verdad. Hay un gusto un tanto desesperado en ese control absoluto de su hija tironeada por su padre y el costoso abogado. Hay también una mirada sincera y fuerte sobre el mundo adolescente y sus excesos, mixturado con juegos peligrosos. Distintas capas de entendimiento de un grupo de humanos atrapados en una situación que los enloquece y los evidencia. Lali Espósito sorprende para bien en su primer protagónico dramático. La rodea un verdadero dream team. Leo Sbaraglia como su padre sinuoso brinda uno de sus mejores trabajos Inés Estévez con su madre fría y contenedora al mismo tiempo se luce. Daniel Fanego destila verdad en su abogado cotizado que “couchea” a la protagonista en sus apariciones públicas. Y en papeles chicos pero intensos Gael García Bernal y Gerardo Romano. El fotógrafo Fernando Lockett y el director logran climas de una intensidad y espesor poco frecuentes. Un film que viene de presentarse en Venecia, único de nuestro país que estuvo en la competencia oficial, que tiene un camino directo al impacto popular. Sumará a los fans incondicionales de la protagonista con una audiencia distinta que saldrá gratificada.
Más que un rumor, en Hollywood todos dan por descontado que Glenn Close después de seis nominaciones y ningún Oscar, con este trabajo finalmente tendrá su estatuilla. Y los pronósticos se basan en una realidad imbatible: el trabajo de la actriz en este film es sencillamente impresionante. Sin exageraciones ni guiños fáciles ella le da a su personaje una carnadura única. Es una mujer atravesada por una crisis, por heridas abiertas hace demasiado tiempo. Es la esposa de un escrito vanidoso e infiel que esta por recibir un premio Novel. Y es allí en Estocolmo donde las verdades sabiamente medidas por el director, el sueco Bjôrn Runge y con un buen guión de Jane Anderson sobre un best seller de Meg Wolitzer, saldrán a la luz. Con un suspenso que puede adivinarse, pero se presenta de manera exquisita por la labor casi minimalista de Close y la expansiva tarea de Jonathan Pryce. No es un tema nuevo, el de los matrimonios simbióticos donde un integrante se conforma con vivir a la sombra del otro, o es vampirizado en nombre del amor en un pacto íntimo y feroz. Sin embargo el personaje de Glenn Close no es una víctima, es una mujer que ha tomado, y volverá a tomar, decisiones drásticas. Con flashbacks astutamente colocados el espectador conocerá la verdad y se sorprenderá también con el trabajo de Annie Starke, que hace de la protagonista en su juventud y que es la hija en la vida real de Glenn Close. Un film disfrutable y para admirar definitivamente a una intensa y talentosa actriz (G.M.)
Es la opera prima de un exitoso guionista de películas de acción. Especialmente recordado por “Mision Imposible Nación secreta” y “Iron Man 3”. Pero demuestra que más que crear un guión sólido para su debut, se preocupó por un atractivo visual que le brindará sus réditos pero que no le da ninguna carnadura atractiva a sus muchos personajes. El hotel del titulo es un lugar donde llegan a tratarse de sus heridas peligrosos mafiosos, asaltantes, asesinos, traficantes y hasta un policía. Deben respetar reglas exigentes, como no matarse entre ellos, dejan sus armas afuera y usan como pseudónimos el nombre de las habitaciones. Y aunque Jodie Foster encontró una interesante manera de presentar a su enfermera con un pasado, después de no verla en el cine por cinco años, fue desaprovechada, como casi todo el numeroso elenco donde están Jeff Goldblum, Dave Bautista, Sofía Boutella, Sterling K. Brown, Brian Tyree Henry y siguen los nombres. Un entorno cuidadoso, una dirección de arte refinada y escenas de acción que especialmente al final le ponen interés al asunto, que es una interrelación entre todos los personajes. No alcanza para ser un film recordable pero entretiene como si se tratara de la llegada al cine de una novela gráfica con poco contenido pero elegante y atractiva.