Se ve en pantalla a un coral seccionado en tres, o quizá en cuatro, pero podría encasillarse a esta película como “góticopueblerina” sin que se tome a este neologismo como despectivo, porque además tiene la singularidad que en la mayoría de las escenas se encuentra una fuerte marcación y desarrollo de teatro de cámara. Si bien el director declaró al presentar esta película en Pantalla Pinamar 2012 que no desarrolló ninguna escena desde la óptica teatral, el espectador encuentra impreso el mecanismo de teatralidad en muchas situaciones aunque, sin embargo, Bucca logra darles continuidad en una trama cinematográfica. Esas situaciones, en las que los actores debieron trabajar la emoción con una mínima ayuda del movimiento, influyeron en el desempeño de un elenco integrado por figuras con gran trayectoria en teatro, y todos muestran en esta película que emplearon “tics” teatrales en la construcción de sus roles, sobre todo Viviana Saccone y Alejandro Awada. El cineasta Pablo Bucca al afrontar un filme coral de esta manera, marca un estilo particular para iniciar su carrera cinematográfica. Un estilo que, de mantenerlo, puede llegar a diferenciarlo y seguramente a ser cuestionado por los cinéfilos. El espectador, atrapado por el planteamiento desde la intriga, elaborará su propio relato en base a la identificación en alguna de las tres historias tan herméticas en su cierre como lo es el desenlace final. El cinéfilo encontrará una película técnicamente bien construida a partir de un buen libro aunque por momentos, cuando el director se entusiasmó con los efectos, pierde la agilidad adecuada.
Cuando las etapas oscuras se iluminan El mayor mérito en esta película es que cuando la trama llega al borde del golpe bajo logra retomar el rumbo con pases de sitcom que desvían la atención del espectador. Paco Arango confiesa que quiso hacer una realización con buena onda y lo consiguió. Si bien toda la trama es previsible, el tratamiento dado por el guionista (el mismo Arango) a la idea y al concepto de como transmitirla evidencia que conoce en profundidad el tema que trata. Las subtramas contienen la misma línea subliminal que la principal, pero desarrolladas totalmente en pase de comedia, a veces impregnada de humor negro, por lo que puede verse transitar por la pantalla a la madre de Manolo que “padece” su ancianidad en un geriátrico, apoyándose en una paciente de Alzheimer que la confunde con su patrona, a la soledad que “padecen” un vecino sin familia, y un inmigrante con su familia en México, al amante de la esposa de Manolo, que “padece” las indecisiones de la mujer, sin olvidar al enamoramiento que “padece” el joven Antonio por la hermana de su compañero de cuarto. Todas historias “pacientes” que agilizan la narración al hacer sonreír, y hasta reír a carcajadas, a los espectadores. Con un leve adoctrinamiento sobre la institución familiar, el mensaje subliminal está en cierta forma abierto para que el relato del espectador encuentre alguna identificación en la diversidad de personajes, aunque quizá puede prevalecer la idea de que en los momentos más difíciles de la vida “está escrito” (maktub) que alguien, como un ángel, acuda en nuestra ayuda para que las cosas cambien; Antonio es el maktub de Manolo. Actuaciones Diego Peretti como Manolo trasmite todas las emociones, tanto cómicas como dramáticas, por las que atraviesa su personaje; Aitana Sánchez-Gijón como Beatriz vuelve a demostrar su excelente calidad actoral; Andoni Hernández como el joven Antonio mantiene al espectador pendiente de su personaje; y Jorge García (el gordo de la serie “Lost”), aprovecha al máximo su cómico personaje del inmigrante mexicano. Se destaca Goya Toledo como la madre del muchacho enfermo, ya que no cae en ningún desborde en el rol más dramático y con un perfil proclive al estereotipo que la actriz canaria evitó utilizar; y se luce la experimentada Rosa María Sardá como la enfermera Guadalupe, a la que caricaturizó como a una mujer con una pizca de autoritarismo y suficiencia, pero muy querible; otro maktub en la vida del protagonista. El cinéfilo y el espectador Los cinéfilos seguramente remarcarán que, como se mencionó más arriba, los planteos de la historia hagan que su desarrollo sea previsible; pero con una mirada diferente a cómo se suele abordar cinematográficamente el tema de los pacientes oncológicos. Paco Arango ofrece una película que divertirá al espectador y al mismo tiempo le brindará la oportunidad de repensar la manera de enfrentar las malas rachas. (Carlos Herrera).
El guión fue escrito por la directora y se centraliza en el amor de Sulamit y Friedrich. La historia sentimental de los protagonistas resulta atrayente desde el personaje masculino que siente y trata de “lavar” la culpa de sus padres, mediante la búsqueda de una revolución social que lo lleva a priorizar sus militancias y relegar a la mujer que ama. Los hechos políticos están presentes en todas las subtramas, pero no siempre desarrollados con la misma intensidad, por lo que resulta que algunas referencias pasan rápidamente y acaso inadvertidas, tal como sucede, por ejemplo, con la escena del ataque que la protagonista sufre, por ser judía, de parte de la Agrupación Tacuara, organización guerrillera que tuvo vinculaciones con los nazis refugiados en la Argentina. También en el filme hay un somero desarrollo sobre el icónico Mayo del ´68 francés, pero en los 60 años que abarca la trama de la película sucedieron tantos hechos desencadenantes de cambios políticos que evidentemente resultó difícil tratarlos en profundidad en los 100 minutos que dura el largometraje. La directora, en un diálogo que mantuvo con éste cronista, contó que el hecho de no haber cerrado algunas situaciones se debe a que prefirió que el relato del espectador sea el que mida la dimensión de esos tratamientos en la trama; un concepto que remite a una tendencia del Nuevo Cine Argentino que se ha visto en la filmografía de Lucrecia Martel Jeanine Meerapfel también declaró, durante esa charla con el periodista, que al escribir el guión pensaba en Max Riemelt como protagonista, por lo que se ve al actor con el physique du rol adecuado para componer un rol que va transformándose físicamente, a través de sus vivencias a largo de muchos años, y el intérprete alemán logró diferenciar visualmente e interiormente las etapas que el personaje atraviesa. Celeste Cid vuelve a demostrar que es una excelente actriz que no sólo actúa sino que vive las situaciones. Para cada una de las edades por las que transita su personaje tiene una composición diferente que transmite al espectador los cambios interiores que ha sufrido la mujer a la que interpreta. Los personajes secundarios no tienen un desarrollo gravitacional, por lo que los actores debieron realizar una labor muy mesurada, aunque se destacan Carlos Kaspar como el ex nazi padre de Friedrich, y Adriana Aizenberg como una tía de Sulamit con las características de una idishe mame. “El amigo alemán” de Jeanine Meerapfel toca temas que pueden interesar a un público que “contempló” la política de la segunda mitad del siglo XX. Los jóvenes se sentirán atraídos por el ímpetu de los militantes que lucharon empecinadamente por sus ideales tratando de cambiar el mundo y, los que prefieren las historias de amor encontrarán en esta película los elementos para analizar, desde su propio relato, por qué se quiere “para siempre”. Los cinéfilos podrán objetar que en este largometraje se tocan muchos temas pero sólo se profundiza sobre la culpa de los padres, aunque el desarrollo sea tangencial con las subtramas.
La muerte atrapada en una imagen en la que siempre “vivirá” La literatura latinoamericana es rica en obras de realismo mágico y escritores como Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges y hasta Mario Vargas Llosa son los mayores exponentes del género. Este estilo literario en cuyas obras el desarrollo narrativo continuamente dispara mensajes subliminales que no son dichos sino solamente sugeridos, ha sido una tentación irresistible para muchos cineastas, pero las dificultades de trasladar lo mágico a la pantalla de cine no han podido ser salvadas y han quedado en películas mediocres salvo escasas excepciones. Para confirmar la regla puede mencionarse como excepción a “Eréndira” basada en un cuento del ya mencionado García Márquez, que Ruy Guerra, director brasileño (nacido en Mozambique), filmó en 1983 para el cine mexicano y consiguió imprimir en pantalla todos los simbolismos esenciales para que el espectador comprenda los mensajes del escritor colombiano. Curiosamente, también de Brasil es la directora Julia Murat quien filmó “Historias que sólo existen para ser recordadas” con un guión “mágicamente impresionista” que ella misma escribió junto a María Clara Escobar y Jorge Sholl. Sinopsis de “Historias que sólo existen al ser recordadas” La acción se desarrolla en Jotuomba, un pueblo imaginario de Paraíba, una región brasileña que vivió en la década de los ´30 con gran esplendor y en la actualidad se encuentra en un estado de olvido y casi abandono. En el pueblo todo se ha detenido, todos los días se parecen a otros días y sólo tienen mínimas diferencias que justifican que sus habitantes, todos ancianos, continúen vivos. Madalena es uno de ellos. Diariamente amasa el pan que se vende en el “abarrotes” pueblerino, asiste a misa para escuchar el mismo sermón en medio de las mismas series de oraciones, y comparte la comida con sus vecinos en una mesa presidida por el sacerdote del lugar. Nada cambia hasta que llega al pueblo una joven fotógrafa y se hospeda en la casa de Madalena. Crítica y análisis En una película con lánguidos y repetitivos planos secuencia Murat hace una amarga aunque casi velada crítica a las políticas que dejan de lado, en espera de su desaparición, a sectores a los que llevan a la extraña situación de estar “muertos en vida”. La trama desarrollada con parlamentos repetidos lleva al espectador rápidamente a la conclusión de que todo lo que se vive en este mundo es efímero y sólo quedarán los recuerdos. La joven mujer que llega al pueblo puede traer un hálito de esperanza y sus fotografías atraparán lo que se está muriendo para que pueda ser recordado a través del tiempo. La directora Julia Murat contó con la participación de Lucio Bonelli como director de fotografía para lograr planos y encuadres perfectamente trabajados “a viejo” que hacen trascender desde el comienzo de la película el lineamiento de su trama principal. Todo el elenco realizó una labor homogénea, con lo que queda demostrada la capacidad para dirigir actores de la cineasta brasileña. Los intérpretes tienen el preciso physique du rol aunque no se basan en él para sus composiciones, sino que lo hacen con sus recursos expresivos que han sido aprovechados por la realizadora para interesantes planos de frente y en largos planos back. El filme puede resultar un poco lento y minimalista para el espectador común, pero el cinéfilo encontrará plasmado en la pantalla todo el espíritu del realismo mágico como poquísimas veces se encuentra en la cinematografía internacional.
La actriz Michelle Yeoh leyó el guión sobre la vida de la activista birmana Aung San Suu Kyi e inmediatamente buscó la manera de filmarlo, por lo que acudió al director francés Luc Besson pidiéndole que dirigiera la película una vez que se consiguiera la financiación correspondiente. La realización pudo ser rodada como una producción francesa en locaciones de Thailandia y lleva por título “The lady”, aunque en Latinoamérica fue cambiado por “La fuerza del amor”, mucho más apropiado para el mensaje de la historia que cuenta. Sinopsis de “La fuerza del amor” Aung San Suu Kyi regresa a Birmania, su país natal, para asistir a su madre que yace moribunda en un hospital de Rangún. Durante su estadía en el establecimiento sanitario donde su progenitora está internada presencia una de las tantas represiones de la dictadura militar contra el pueblo manifestante. Las brutales represiones provocan que ella les de protección a algunos de los activistas, y por ser hija de Aung San, impulsor y héroe de la independencia del país, es tomada como estandarte por los partidarios para instalar la democracia. Emprender la actividad política significa estar alejada de su familia, que reside en Londres, y enfrentar a un régimen militar despiadado y aferrado al poder. Su esposo y sus hijos continuamente la respaldarán y justificarán su vida. Suu Kyi a pesar de los arrestos domiciliarios y de ser continuamente presionada por los dictadores logrará imponer sus ideas, mientras su marido hace conocer la situación que vive Birmania a los medios periodísticos internacionales y organismos de Derechos Humanos de todo el mundo, logrando con su actividad de difusión que a su esposa le sea otorgado en 1991 el Premio Nobel de la Paz. Crítica a La fuerza del amor Luc Besson al modificar el guión de Rebecca Frayn para sacarle el estilo del documental político que contenía, lo transformó en una biopic sobre la vida de la activista birmana dejando en la trama principal su relación matrimonial con Michael Aris, un inglés que alguna vez fue tutor de los príncipes de la familia real de Bhutan. El guión está basado en hechos reales, pero debió agregársele algunas escenas de ficción por no tener un registro preciso de lo sucedido, y esa fusión de base logró escenas con ritmo y agilidad que no siempre se mantienen pero captan la atención del espectador todo el tiempo. El personaje de Michael tiene tanto peso en la trama principal como el de Suu Kyi, y fue asumido por David Thewlis (que también cubre el rol del hermano de Michael) con una energía que trasciende la pantalla y lo perfila completamente. Michelle Yeoh, actriz originaria de Malasia, logró en 2011, por esta película, ser la primera asiática en estar nominada para el premio Oscar como Mejor Actriz. Su composición es rigurosa, demuestra un gran poder de observación y hace que el espectador crea por momento estar viendo a la auténtica activista. Dentro de una cuidada y meticulosa producción, Besson logró en esta realización darle importancia al hecho de que Suu Kyi siempre contó con el firme respaldo de su marido basado en el amor. Esta forma de encarar las escenas minimizó la historia sobre la política birmana al fragmentarla en varias subtramas, a las que les da el nivel de ámbito necesario para contar la trama principal, por lo que el espectador recibe un mensaje subliminal que puede hacerlo pensar que “detrás de toda gran mujer hay un gran hombre” como variación de un refrán popular. La película entretiene a todo el público con su trama principal que reproduce situaciones reales, aunque quizá a un sector del público que tenga un espíritu politizado le atraigan más las subtramas, aunque éstas hayan sido ficcionadas para servir de soporte al nudo del conflicto que se vive en un país del que se conoce muy poco en la Argentina, y seguramente el análisis de los cinéfilos le encontrará algunas reiteraciones y cierta densidad narrativa
Los absurdos y tragicómicos personajes de Samuel Beckett preferían no hacer nada mientras esperaban que Godot llegara para hacerlos trascender en la vida. Porque, ¿para qué se tiene la vida? El hombre siempre tuvo esta pregunta pero nunca su respuesta. Por eso cada individuo trata de hacer con su vida lo que puede, que no siempre es lo que quiere. Fabián Fattore, en su película Malón, narra un lapso de la vida de Sosa, un hombre que sólo “permanece” sin hacer nada para que algo pase por su existencia. Pareciera que el cine argentino no comercial de la última década estuviera en permanente experimentación sin llegar a plasmar un estilo definido en ningún género. Fabián Fattore encuentra la manera de hacer su filme sin que el guión, que él mismo escribió, tenga ningún tipo de conflicto en su trama. A Sosa, su personaje, no le sucede nada porque tampoco busca que en su vida pase algo. El espectador tiene gran libertad para construir su propio relato basándose en la historia previa de cada personaje, pensando y repensando lo que les puede haber ocurrido para ahora vivir de la manera en que lo hacen. La fotografía de Alonso Luque remarca los perfiles de todos los personajes y en los brillos y sombras de Sosa, en largos close up, pareciera indicar que en su vida hay algo que no es gris. Llega al espectador el mensaje de que la vida sólo transcurre sin que el hombre pueda hacer nada, que el destino marca lo que sucederá o no. En las conversaciones de los parroquianos están los parlamentos más ricos de la película, refiriéndose a la turbulenta vida política argentina cuando en 1973 regresó Perón de su exilio. Sosa, el personaje de la película Malón, a quien en el bar apodan “Firpito” escucha hablar de los manifestantes que portaban palos y pancartas en el siglo XX mientras mira el cuadro El malón en el que los indígenas en el siglo XIX regresan de efectuar saqueos blandiendo sus lanzas. El espectador puede asociar esas imágenes televisivas de los piquetes del siglo XXI en los que los manifestantes esgrimen bastones y estandartes. La película tiene encuadres que están acertada y totalmente en función de la narración pero también tiene algunos que están enriquecidos creativamente; por ejemplo, en los que los extremos de la imagen están oscuros y en el centro de la pantalla se desarrolla la acción a cuya visualización el espectador accede como si fisgoneara por una hendija. La profusión de larguísimos close up del protagonista y varias reiteraciones, hacen correr el riesgo de que este filme pueda ser considerado monótono por un sector de la platea y que a otro porcentaje de espectadores le recuerde a los reality show televisivos, a pesar de las escenas en exteriores.
Ya se ha usado en el cine, aunque no por ello deja de ser atractivo, el recurso de contar una historia que a su vez cuenta cómo se crea una trama , lo que abre un amplio espectro en el que el espectador puede buscar identificación en lo “real”, en la “ficción”, o en ambos. Sucede en esta película que la directora al contar la historia en dos planos ficcionales simultáneos y casi contemporáneos mediante un montaje un tanto complicado, obliga al espectador a atar cabos para que nada quede suelto en su propio relato, quizá eso sea lo que buscó, pero le sumó el uso y abuso del ya para nada novedoso recurso de una temblorosa cámara en mano que termina por marear. Ese montaje y esa cámara en mano logran, en conjunto, que el espectador pierda la atención, comience a moverse en su butaca y sólo se tranquiliza cuando la cámara también lo hace, pero ya se ha perdido el contenido de algunas escenas. De todas maneras el mundo mafioso está plasmado con la misma proyección que le dan los diarios y la televisión de la Argentina por lo que la platea puede retomar rápidamente las historias con la ayuda de las escenas en las que el personaje del guionista arma la trama de su ficción porque las situaciones no son complejas. La vestuarista Celestial Brizuela dio el toque exacto para remarcar el perfil de cada personaje, a lo que se le suma el maquillaje FX de Cez Navotka que logra, afortunadamente, incrementar la expresión actoral en algunas escenas. Un elenco teatral El espectador puede identificar rápidamente a los personajes de esta película porque en el guión están bien perfilados cinematográficamente aunque están actuados de manera teatral, quizá porque para componerlos la mayoría de los actores no ha podido dejar de lado su trayectoria en el teatro independiente argentino donde muchas veces el actor se sobrepone al director. Se destaca, por tener una composición netamente cinematográfica, la labor del actor Chang Sun Kim, que incluso logró ganar el Premio al Mejor Actor en el Festival de Mar del Plata 2010 con esta película. Conclusión y programación de proyecciones La película Pompeya de Tamae Garateguy puede encasillarse dentro de lo inusual y el público de ese género quedará satisfecho al encontrar un limitado suspenso y una pequeñísima y justa medida de gore. El público general, que busca entretenerse, lo logrará con las escenas de acción. Este filme se proyecta en el cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635) y los viernes y sábados de julio a las 20, en el Microcine de Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415). Tiene una duración de 102 minutos y está calificada para mayores de 16 años.
El director ubicó la acción temporalmente en la década de los ´90, una época que ha quedado signada históricamente por una política de “achicamiento” del Estado Argentino y en la que desde el gobierno se tomaron algunas decisiones y se llevaron adelante campañas sólo para lograr impacto “propagandístico” sin pensar en las consecuencias que ese accionar podía acarrear en los ciudadanos. El cineasta quedó impactado al saber que en esos años se envió una partida de computadoras a una escuela rural que estaba ubicada en un pueblo de la provincia de Salta donde no había energía eléctrica pero también, como cuenta la película, se regalaron televisores a algunos sectores de la población. El director imprime en la historia de Tiempos menos modernos, de la que también es coautor del guión junto a Laura Ávila, una fuerte crítica a esas medidas, a veces disparatadas, que sirven sólo como propaganda política y que además se usan como medio para colonizar culturalmente a la población. Pero también, como submensaje de la trama principal, el espectador encontrará un mirada analítica de lo que la televisión representa para todo el mundo desde donde, como lo ha comentado Simón Franco en rueda de prensa, se “bombardea” continuamente a los telespectadores con mensajes subliminales para modificar en forma paulatina sus formas de pensar. La película muestra que esa modificación, que obviamente se extiende a los hábitos de vida, se logra utilizando sistemáticamente las técnicas audiovisuales en la era de la globalización mundial. El protagonista de Tiempos menos modernos es un tehuelche, integrante de un pueblo originario que sufrió la colonización española, el cruel sometimiento a la clase aristócrata argentina y en la actualidad sufre el despojo gradual de su territorio ancestral. Un buen elenco El actor Oscar Payaguala, el protagonista, tiene una exitosa y larga trayectoria en radio y televisión y en ningún momento parece que actúa sino que simplemente vive lo que le ocurre a su personaje, por lo tanto “atrapa” al espectador por su espontaneidad y su técnica, quizá intuitiva, lo lleva a un manejo exacto de la gestualidad y los tonos. Nicolás Saavedra, actor de reconocida trayectoria en Chile, compuso a su rol de Felipe desde lo corporal y con precisas inflexiones en los tonos que apoya, acertadamente, en su acento chileno. Su trabajo actoral es para destacarlo. También se ve fugazmente en pantalla a la locutora y conductora televisiva Gabriela Rádice y al actor Estaban Meloni cumpliendo eficazmente sus roles. Comentario Tiempos menos modernos es una película que en todo su desarrollo hace que el espectador dirija su mirada a la política argentina de los años ´90 que ha sido calificada por los especialistas como una “época frívola”. El director analiza esa frivolidad y le hace una fuerte crítica a la que le suaviza su acidez mediante escenas con situaciones cómicas pero cotidianas y cuando el ritmo de la acción decae, abusa de los planos largos para poder mostrar los maravillosos paisajes nevados de la Patagonia argentina, su tierra natal.
Tarsem Singh, luego de “Inmortales” (2011), una fallida realización, cambió radicalmente su estilo para dirigir esta versión de “Blancanieves y los siete enanitos”, aunque el guión escrito por Melissa Wallack y Jason Keller sólo mantiene del tradicional cuento de los hermanos Grimm la estructura argumental y los personajes principales, a los que les fue cambiado su perfil en función de la nueva historia que se cuenta. Como para que nadie se sienta shockeado desde el comienzo por los sustanciales cambios efectuados, la historia tiene una narradora que sitúa al espectador en el lugar y en el momento en que acontecen los hechos que desarrollará la trama, y así la platea se entera que en un lejano país, una casi sádica reina (Julia Roberts) había usurpado el trono que le correspondía a la joven y bella princesa Blancanieves (Lily Collins), lejos de someterse a la tiranía de su madrastra, intenta recuperar su herencia para poder ayudar al pueblo que, agobiado por los impuestos, pasa penurias y vive en un permanente estado de tristeza. La reina, que usa la magia que le otorga un espejo para mantenerse joven, bonita y poderosa, pronto descubre las intenciones de su hijastra y sin vacilar ordenará su asesinato, algo que el chamberlain Brighton (Nathan Lane) no se animará a cumplir y la dejará abandonada a su suerte en el bosque, donde la niña se encontrará con siete enanos ladrones que la ayudarán a cumplir su propósito de rebelión. No falta en este renovado cuento el apuesto príncipe (Armie Hammer), aunque no es muy valiente sino tirando a tontuelo, que avivará las “mágicas” ansias de casamiento de la reina y despertará en la princesa al “mágico” primer amor. Comentario de la película El cuento está destinado a los niños, pero gran parte de este filme parece estar dirigido al público adulto con submensajes que son reflejos (como los que brinda un espejo) de situaciones que se viven a nivel mundial en el siglo XXI. La trama de la película es una parodia del contenido del cuento que pone énfasis en puntos tales como la usurpación del poder por alguien que no está capacitado para ejercerlo, la energía de la mujer que lucha por sus derechos, el hombre que puede ser derrotado, la discriminación que margina a algunas personas y la falsa fidelidad como recurso de sobrevivencia. Singh tiene muchos puntos para desarrollar y lo hace apresuradamente, por lo que el filme no logra el pase de comedia con el que se presenta y, si bien irregularmente transita por el grotesco, el gótico y hasta por el bizarro, se queda en el género fantástico por estar lleno de imaginativas escenas visuales, aunque se haya recurrido más al montaje que a los efectos especiales. Las actuaciones son parejas,. Los actores dan el perfil de sus personajes, aunque Lily Collins (hija del cantante Phil Collins) no se muestre del todo segura en su composición. Julia Roberts, en quien se basa el cartel taquillero, demuestra solvencia al afrontar dos roles que le han exigido mucha imaginación y a los que logra diferenciar. Armie Hammer se limita a tres gesticulaciones sin ninguna expresión corporal y sostiene su trabajo con el physique du rol. Quien se destaca es Nathan Lane dándole permanentes matices a su personaje. También se lucen los siete actores que encarnan a los enanos, a los que tanto los guionistas como el director se preocuparon por diferenciarlos para hacerlos representativos de las minorías sociales. Se trata de una gran producción aunque la película se queda en un término medio. En la función a la que asistió el cronista se escucharon comentarios y expresiones de sorpresa y diversión por parte de los niños espectadores, lo que demostraba que la disfrutaban plenamente. Hollywood anunció una nueva versión de “Blancanieves y los siete enanitos” cuyo estreno está programado para el segundo semestre de 2012, aunque se adelanta que estará más ajustado al cuento de los hermanos Grimm, que para escribirlo se basaron en una leyenda alemana. (Carlos Herrera)
“Alvin y las ardillas” tuvo su origen en un grupo musical de marionetas formado en 1958 por Dave Seville, que era el seudónimo que usaba el padre de Ross Bagdasarian. Las ardillas llevan los mismos nombres de los ejecutivos de la compañía para la que se grabaron los primeros temas musicales paralelamente a las presentaciones del conjunto en el famoso programa televisivo de Ed Sullivan, que por décadas lideró los rankings de audiencia en los EE.UU. Como particularidad creativa para diferenciar al grupo a Dave Seville se le ocurrió utilizar la técnica de modificar la velocidad del sonido de las grabaciones para que las voces se escucharan con un registro muy agudo y rápido que no permite entender claramente las palabras. Todos los estudios de dibujos animados tomaron posteriormente la idea de Seville y en la actualidad esos sonidos distorsionados son las voces características de cualquier ardilla que aparezca en pantalla. Luego de pasar por la televisión como dibujos animados “Alvin y las ardillas” llegaron al cine, primero en películas de animación y 50 años después de su creación en grandes producciones con interrelación de actores con dibujos generados por computadora, y el éxito obtenido por las dos primeras películas (2007 y 2009) dio lugar a la tercera entrega de la franquicia. Sinopsis Dave aborda junto con las ardillas Alvin, Simon y Theodore acompañados por Las Chipettes un crucero de lujo en el que viajarán disfrutando de unas vacaciones, y cuando arriben al puerto de destino asistirán a la entrega de los premios anuales a la producción musical. Alvin no tarda en hacer travesuras a bordo que crispan los nervios de Dave quien se ha reencontrado con Ian Hawke, su enemigo, que ahora trabaja entreteniendo a los niños que viajan en el barco disfrazado de pelícano. Todo se complica cuando todas las ardillas salen “volando” del barco y Dave con Ian, en un intento por rescatarlas, caen al agua. Finalmente todos llegan a una isla misteriosa donde vivirán insólitas aventuras mientras tratan de que algún barco o avión los rescate. Análisis y comentario Como sucedió con las dos primeras producciones, la tercera entrega parodia al mundo de la música comercial con respecto a los grupos de cantantes que se forman para impactar en el público joven, los que son aprovechados por inescrupulosos managers que luego los descartan ante la aparición de otra banda “más novedosa”. En esta saga las ardillas tienen la suerte de contar con el bueno de Dave, que si bien las necesita comercialmente, las ama como si fuesen sus propios hijos. La película apunta al público preadolescente con una banda de sonido que incluye los últimos hits de los Top musicales de todo el mundo, con claras referencias a superestrellas de la música como Lady Gaga y la serie de televisión “Glee”. Las ardillas, con sus voces estridentes, son cantantes de éxito y por lo tanto en el desarrollo de la narración hay muchos cuadros musicales que, curiosamente, están sólo bosquejados y en su mayoría quedan truncos, tal como sucede con los hits en los formatos radiales, para dar lugar a la continuidad de la historia, aunque ésta no es muy sólida. La trama deambula entre varias ideas pero no se afirma en ninguna. El guión está más dedicado a hacer referencias temáticas a la película “Naúfrago” (Robert Zemeckis, 2000) y a la exitosa serie televisiva “Lost” (2004 a 2010). Como los niños, generalmente, van al cine acompañados por adultos, seguramente para éstos últimos se debe haber referenciado al filme con esos dos recursos. Jason Lee como Dave Seville y David Cross como Ian Hawke ya tienen armados completamente a sus personajes, a los que han dotado de características un poco estereotipadas pero efectivas al no caer en la sobreactuación. Como se mencionó, el target de espectadores al que se apunta es el preadolescente que escucha y baila los éxitos del pop y el reaggaton pero aún disfruta de los dibujos animados con historias infantiles que les permitan identificarse en las travesuras con amigos que son casi desobediencia a los adultos. De todas maneras, como toda la película tiene un ritmo muy ágil y las canciones son muy conocidas y pegadizas los niños a partir de los cinco años también disfrutan de la cándida historia que se intenta contar. (Carlos Herrera).